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El bien mayor

El acudir a las urnas el próximo domingo 10 de abril para decidir si al presidente López Obrador se le revoca o confirma el mandato se ha vuelto un dilema para muchos, sin embargo, poco a poco se va aclarando.

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El acudir a las urnas el próximo domingo 10 de abril para decidir si al presidente López Obrador se le revoca o confirma el mandato se ha vuelto un dilema para muchos, sin embargo, poco a poco se va aclarando.

En principio, parecería que, en un ejercicio imparcial y transparente, no debería existir duda alguna sobre cuál debería ser una postura patriota que tendría que ser el acudir a las urnas y ejercer nuestro sufragio.

Más aún, cuando muchos de nosotros hemos dedicado prácticamente toda nuestra vida adulta a fomentar la participación ciudadana para defender la democracia; porque desde que nuestros hijos han ido cumpliendo su mayoría de edad, siempre les hemos inculcado la obligación de votar, para después poder exigirle cuentas a nuestros gobernantes.

Además, en este caso a diferencia de otros, -como las consultas fraudulentas organizadas por AMLO para someter a la opinión popular la destrucción de lo que sería el Nuevo Aeropuerto de la CD-MX, la construcción del Tren Maya o la cancelación de la cervecería Constellations en Mexicali, Baja California- el ejercicio es organizado por un INE independiente (todavía) y avalado por la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Aunado a ello, varias organizaciones, comunicadores y políticos de diversas corrientes han salido a hacer un proselitismo intenso a favor de acudir a las urnas y manifestar el rechazo a la continuidad del presidente.

Con estos argumentos y tratando de ser congruentes con lo que hemos defendido todo el tiempo, nuestra obligación debería ser mantenernos en esa línea y votar; es decir, determinar nuestra decisión en lo que debemos hacer, y no en lo que López Obrador va a tratar de hacer con los resultados de esta consulta.

No obstante, en las últimas semanas han sido cada vez más las voces que llaman a la población a No Votar, es decir, a abstenerse de ir a las urnas y hacer un vacío electoral que no solamente haga no vinculante el resultado, sino que busque mandar un mensaje de soledad al Presidente, en donde solo sus seguidores vayan a las
casillas. Esas voces han tratado de demostrar, con argumentos, que este ejercicio "democrático" solo servirá para fortalecer la estrategia de López Obrador para refrendar su popularidad, para meditar sobre su permanencia en el poder y para debilitar y posteriormente destruir al INE, que es la más importante de las instituciones autónomas que todavía nos quedan.

Siendo así, bajo el análisis de estas dos posturas, aparece el fantasma del dilema, ¿votar o no votar? Votar porque es lo congruente con lo que hemos defendido siempre, o no votar por las perversas intenciones del Presidente de utilizar el resultado de la consulta para consolidar la destrucción que está causando su llamada cuarta transformación.

Hay ocasiones que, cuando nos enfrentamos a ciertas decisiones en nuestra vida empresarial, laboral, profesional, o personal, tenemos que analizar cuál sería un resultado que generará el bien mayor por encima del bien menor, aunque esto se anteponga a nuestros principios y convicciones personales, algo que de por sí ya causa dolor y resignación.

Si somos verdaderos demócratas, ninguna decisión de esta naturaleza será fácil, pero viendo y analizando todos los argumentos expuestos, y considerando que, para lograr nuestro cometido que es seguir intentando detener la destrucción que cada día vive nuestra nación, y con ello salvar a México, en mi opinión como ciudadano, aunque efectivamente la medicina es muy amarga, parece ser que cada ciudadano deberá reflexionar sobre qué es lo más efectivo para sanar a nuestro querido país. ¿Sí me explico?

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