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Los 7 elementos

Tener como referente el caso de la capital facilitaría esa tarea a partir de un principio elemental: en teoría, la seguridad es competencia exclusiva del Estado, en la realidad el poder de los cárteles es tan grande que es indispensable la convergencia, en diagnóstico y voluntades, de gobierno y sociedad.

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Los 7 elementos

A la memoria del entrañable Enrique Calderón Alzati

La jefa de Gobierno de la CDMX presume una importante reducción en los delitos cometidos en la capital. ¿Se justifica? 

El martes 17 de mayo la mañanera cambió de ubicación. Se desplazó al Palacio del Ayuntamiento, sede del gobierno capitalino, donde una orgullosa jefa de Gobierno nos informó que "la Ciudad de México [es] una de las ciudades más seguras del mundo". Entusiasmada, mostró las cifras de homicidios y aseguró que están por "debajo de Nueva York".  A las pocas horas, León Ramírez le corregía la plana en Animal Político con un seco "falso que la Ciudad de México tenga menor tasa de homicidios que NYC".

Pese a esa corrección, la lectura se sostiene. La funcionaria también afirmó que su estrategia está montada sobre cuatro componentes que menciono en el orden utilizado por ella: programas sociales generosos y eficaces, "más y mejor policía", mejoría de la "inteligencia e investigación" sobre los perpetradores del delito y "coordinación" con otras dependencias capitalinas y con las secretarías de Defensa, Marina y la Guardia Nacional. En la CDMX se tienen más de 160,000 elementos entre fuerzas capitalinas y federales.

Después de la presentación conversé con especialistas en estos temas y detecté una veta de escepticismo frente a unas cifras que contradicen un pesimismo generalizado sobre el deterioro de la seguridad en todo el país. A reserva de un escrutinio detallado del diagnóstico del gobierno capitalino, enumero tres elementos más omitidos por la funcionaria.

Un quinto elemento fundamental lo redujo la jefa de gobierno a una mención pasada: las autoridades detuvieron, dijo, a "108 generadores de violencia de alto nivel". La escueta frase apunta a un comentario que me han hecho funcionarios capitalinos de alto nivel: el gobierno de la capital está empeñado en neutralizar o encarcelar a los criminales más violentos de la ciudad. La mesura en su discurso se debe a que con esta política la CDMX contradice de frente la absurda tesis presidencial de "abrazos, no balazos". Evitan publicitarlo porque eso podría afectar la candidatura de Sheinbaum a la presidencia que, en el caso de Morena, sigue dependiendo de la voluntad de una persona convencida de que las buenas intenciones bastan para reformar a los criminales.

El sexto elemento lo señalo porque fue deslizado por el secretario de la Defensa deseoso de elogiar a la jefa de Gobierno. Aseguró que Claudia Sheinbaum asiste al 95 por ciento de las mesas de seguridad que en la capital también se realizan los sábados y domingos. Para el general de división hay una correlación positiva entre asistencia y buenos resultados, lo cual se contradice con los magros logros federales pese a que cada día se reúne durante una hora el gabinete de seguridad federal.

El séptimo y último elemento es la participación de la sociedad organizada en asuntos de seguridad. Cuando se revisan las historias de éxito en diversas ciudades del mundo, siempre aparece la participación social en la investigación y documentación del crimen, en el cabildeo ante las autoridades y en el monitoreo de resultados. Sabemos su relevancia, pero falta documentarla mejor en la CDMX.

Desde otro punto de vista, la mejoría en los índices delincuenciales es, al mismo tiempo, causa de celebración y agenda de investigación académica y periodística. Faltan sólo dos años para las elecciones en las cuales elegiremos a nuevas autoridades federales y capitalinas y eso nos plantea tres grandes retos.

El primero es verificar lo que sí está funcionando para poner barreras a una posible eliminación de programas exitosos (es práctica habitual reinventar estrategias después de cada elección). El segundo es armar una propuesta que, respetando las peculiaridades de cada ciudad, pueda ser replicada. El tercero y último será la necesidad de hacer, en el 2024, un balance a fondo de la estrategia de seguridad federal y binacional.

Tener como referente el caso de la capital facilitaría esa tarea a partir de un principio elemental: en teoría, la seguridad es competencia exclusiva del Estado, en la realidad el poder de los cárteles es tan grande que es indispensable la convergencia, en diagnóstico y voluntades, de gobierno y sociedad.

@sergioaguayo

 


 

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