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Aprender de la adversidad. Vacunación

Un punto de unión de los países del Consejo de Europa en la pasada sesión de verano fue plantear cómo aprender de la adversidad dada la indecisión ante las vacunas, asumida como un problema importante de salud pública.

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Aprender de la adversidad. Vacunación

Un punto de unión de los países del Consejo de Europa en la pasada sesión de verano fue plantear cómo aprender de la adversidad dada la indecisión ante las vacunas, asumida como un problema importante de salud pública.

La propuesta de resolución presentada por Carmen Leyte, del Partido Popular español, enfatizó que la vacunación es un procedimiento simple, y que hasta la fecha sigue siendo el método más seguro y efectivo para protegerse contra muchas enfermedades infecciosas. Según la OMS, previene de 2 a 3 millones de muertes al año. 

Sin embargo, en Europa y otros lugares en los últimos años ha habido un resurgimiento de enfermedades prevenibles mediante vacunación, como el sarampión. De hecho, en la región europea de la OMS, el número total de personas infectadas con el virus del sarampión en 2018 fue el más alto de la década.

Esta preocupante tendencia puede explicarse, en particular, por el aumento del movimiento antivacunación en Europa, alimentado por las redes sociales y los populistas antisistema que siembran el miedo y el rechazo a la vacunación. Es un importante problema de salud pública que pone en riesgo la vida de millones de personas. De hecho, la OMS ha clasificado la vacilación de las vacunas como una de las diez amenazas para la salud mundial en 2019.

Cada uno de los Estados miembros del Consejo de Europa organiza su calendario de vacunación distinguiendo entre vacunas obligatorias y recomendadas. El resurgimiento de ciertas enfermedades ha llevado a algunos Estados miembros a extender sus obligaciones de inmunización. Estas medidas pueden revivir el debate sobre las obligaciones de inmunización y los derechos fundamentales.

La resolución fue aprobada por 27 votos a favor y dos en contra, para que la Asamblea Parlamentaria hiciera el llamado a los Estados miembros para que cooperen en la lucha para prevenir enfermedades, mejoren la cobertura de inmunización teniendo en cuenta las recomendaciones de la OMS para la inmunización de rutina, mientras se combate la reticencia a la vacunación a través de actividades de sensibilización y medidas educativas para los ciudadanos. México podría aprender de esta resolución.

Estimados lectores, la adversidad de la pandemia por SARS CoV 2 evidenció las serias limitaciones de muchos de nuestros sistemas de salud, su capacidad de resiliencia se vio seriamente cuestionada, muchos servicios se vieron afectados, entre ellos sus programas de vacunación.

En el mundo la OMS y la UNICEF demostraron una alarmante reducción en el número de niños que recibieron su esquema de vacunación, tanto por la falta de vacunas como por las interrupciones en el servicio por la COVID-19. Con ello, se potencializa el riesgo de que resurjan enfermedades ya erradicadas o controladas.

México se posicionó como el quinto a nivel mundial con mayor reducción en su tasa de vacunación infantil, solo detrás de países como Filipinas, Indonesia, Pakistán e India, que tuvieron los peores retrocesos. 

Debemos aprender de la adversidad. Hoy pareciera que estamos superando y controlando la pandemia, en parte, gracias a los avances de la vacunación; sin embargo, comienzan a aparecer nuevos retos sanitarios que reclaman la urgente necesidad de recuperar la dinámica de la vacunación que fue suspendida o intermitente.

Asegurar la compra, distribución y almacenamiento de los biológicos y vacunas; afinar y crear nuevas alianzas para involucrar a todos los sectores de la sociedad en los procesos de inmunización; así como restablecer las semanas nacionales de vacunación desde lo local, nos ayudarán a proteger a nuestra niñez y población para disminuir los riesgos de emergencia de enfermedades transmisibles prevenibles por vacunación.

Aprovechando los avances electrónicos y la salud digital, debemos potenciar el alcance de las intervenciones y acciones en salud. De manera puntual, restablecer ya la cartilla de vacunación electrónica, que posibilite su portabilidad e interoperabilidad de su información para un seguimiento estricto y oportuno de los procesos de inmunización de toda la población.

Por último, el Sistema Nacional de Salud deberá establecer un conversatorio continuo con la sociedad para evaluar y revalorar la utilidad de las vacunas (COVID-19 incluida), discernir las preocupaciones de quienes ven en la inmunización un riesgo mayor que el beneficio que otorgan; e impulsar con mayor determinación el abatimiento del rezago en nuestra población infantil y el riesgo mayúsculo que ello conlleva.

Desde el Congreso estamos haciendo estas propuestas y seguiremos insistiendo en ellas. Por cierto, de nueva cuenta no hay vacuna BCG (anti tuberculosis) para recién nacidos, solicitaremos información para saber cuándo estará disponible en el sector salud.

 

 

 

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