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Midiendo el futuro de la humanidad para la salud

La geografía de la humanidad y los cambios migratorios que inevitablemente tendrán lugar durante las próximas décadas influirán en los sistemas urbanos, alimentarios y de salud de manera transformadora

Escrito en Opinión el
Midiendo el futuro de la humanidad para la salud

Hace unos días se presentó el documento “World Population Prospects 2022”, que es la vigésima séptima edición de las estimaciones y proyecciones de población oficiales de las Naciones Unidas. Presenta estimaciones de población desde 1950 hasta el presente para 237 países o áreas, respaldadas por análisis de tendencias demográficas históricas. 

Esta última evaluación considera los resultados de 1,758 censos nacionales de población realizados entre 1950 y 2022, así como información de los sistemas de registro civil y de 2,890 encuestas por muestreo representativas a nivel nacional.

La revisión de 2022 también presenta proyecciones de población hasta el año 2100 que reflejan una variedad de resultados plausibles a nivel mundial, regional y nacional. Por primera vez, las estimaciones y proyecciones se presentan en intervalos de un año de edad y tiempo en lugar de los intervalos de cinco años utilizados anteriormente.

La  población mundial llegará a 8 mil millones el 15 de noviembre de 2022, e India superará a China como el país más poblado del mundo el 2023. El Secretario General de la ONU refirió que la ocasión era propicia para celebrar nuestra diversidad, reconocer nuestra humanidad común y maravillarnos de los avances en salud que han prolongado la esperanza de vida y reducido drásticamente las tasas de mortalidad materna e infantil. También es un recordatorio de nuestra responsabilidad compartida de cuidar nuestro planeta y un momento para reflexionar sobre dónde aún no cumplimos con nuestros compromisos.

La fecundidad ha disminuido notablemente en las últimas décadas en muchos países, dos tercios de la población mundial vive en países donde la fecundidad es menor a 2.1 nacimientos por mujer. En contraparte, la proporción de la población mundial de 65% o más aumentará del 10% en 2022 al 16% en 2050, porcentaje que duplicará el número de niños menores de 5 años y llegará a igualar la de menores de 12 años. Imagine la presión que habrá para adecuar los programas públicos al número creciente de personas mayores, incluyendo el sistema universal de atención médica y de cuidado a corto plazo, así como mejorar la sostenibilidad de los sistemas de seguridad social y de pensiones.

La esperanza de vida al nacer a nivel mundial alcanzó 72.8 años en 2019, una mejora de casi 9 años desde 1990. Sin embargo las desigualdades son grandes, en 2021 la esperanza de vida de los países menos desarrollados era 7 años menor que el promedio mundial. Además se resalta la “desventaja masculina”, cuya esperanza de vida es menor que la femenina, que va desde 7 años en América Latina hasta casi 3 años en Australia y Nueva Zelanda. La pandemia de COVID-19 bajó la esperanza de vida al nacer a 71.0 años al afectarse sus tres componentes clave: la fecundidad, la mortalidad y la migración. En nuestro país, la esperanza de vida al nacer disminuyó en más de 4 años entre 2019 y 2021, junto a países como Bolivia, Botswana, Omán y la Federación Rusa.

La editorial de la revista Lancet que lleva el título de esta columna inicia reconociendo dos verdades: la primera, que pronosticar el futuro está lleno de incertidumbre, la segunda, que el tiempo hace tontos a todos los profetas. Señalan algunos puntos de debilidad del Informe, por ejemplo, que desde el punto de vista de salud planetaria, la relación entre la población y la crisis climática sólo se considera superficialmente. 

La geografía de la humanidad y los cambios migratorios que inevitablemente tendrán lugar durante las próximas décadas influirán en los sistemas urbanos, alimentarios y de salud de manera transformadora. Estas fuerzas que dan forma a los movimientos humanos en todo el mundo son inevitables y deben aceptarse y gestionarse, no descartarse ni resistirse.

Se enfatiza que la ONU ha perdido en este reporte la oportunidad de reforzar la importancia de abogar y brindar servicios y políticas para promover la salud y los derechos sexuales y reproductivos. Invertir en los derechos de las mujeres, desde el acceso de la anticoncepción moderna hasta la educación de las niñas, generará importantes ventajas no solo para las mujeres y las niñas, sino también para las sociedades enteras.

Estimados lectores, los datos y evidencias existentes nos deben servir para ajustar de manera dinámica nuestros pronósticos tanto en México como en Guanajuato, donde ya tenemos el Plan Estatal de Desarrollo hacia el 2040 y alzar la mirada un poco más allá. 

 

 

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