Buscar

OPINIÓN

La gran sequía (2009)

León podría ser “La Meca del agua” y desarrollar una industria alrededor de nuestra necesidad. Los periodos de retorno de las lluvias se cumplen y los ciclos de sequía también.

Escrito en Opinión el
La gran sequía (2009)

Reproduzco mi editorial de hace 15 años, siempre crítico a la decisión de construir la presa El Zapotillo y mi escepticismo con los cambios de Consejo Directivo en Sapal, donde la sociedad sencilla, siempre está excluida de las decisiones sobre el agua, pues la composición de su Consejo es siempre el reflejo del poder empresarial local. Imposible fue ingresar para académicos, ambientalistas o expertos técnicos en cuestiones de agua. Se acerca el infierno del calor y la sed de junio, el Día Cero.

“Los Consejos del Implan, de Sapal y de la Feria siguen siendo exclusivos solo para quien tiene acceso al poder. Lo que pasa es que la falta de agua requiere pensar diferente las soluciones. No es administrarla, sino optimizar su consumo convirtiendo a Sapal en un banco que genere valor y cuide así, el patrimonio de León: su agua.

¿Cuánto vale una ciudad sin agua? León es una dinámica ciudad de servicios con una tradición zapatera que permite dar sustento a miles de familias. Si bien es cierto que tenemos apenas el 1 % de la producción mundial de calzado, las ventas nacionales y las de exportación, sostienen a muchos. La Presa El Zapotillo sigue sin ver su terminación y sigue oliendo a fracaso. Cara, solución con tecnología milenaria, con afectaciones a los colonos, con oposición de sectores sociales y de políticos del vecino estado y la quiebra financiera del constructor español, todo se reúne en un escenario que desde 15 años hemos presentado en este espacio.

El trasvase de la presa Solís es una quimera, imposible de concretar. La verdadera sustentabilidad está en las microcuencas de la parte norte de la ciudad y en el Banco Sapal que financie a los ahorradores y a los innovadores en tecnología del agua. León podría ser “La Meca del agua” y desarrollar una industria alrededor de nuestra necesidad. Los periodos de retorno de las lluvias se cumplen y los ciclos de sequía también. Estamos frente a un año seco. Si no pensamos diferente a Sapal, por más presas que hagamos, nos quedaremos sin agua. Una ciudad sin agua pierde valor a ojos de sus potenciales inversionistas, de sus visitantes.

¿Qué oportunidades se abren a inversionistas y a emprendedores en esta ciudad sin agua? Sin duda las plantas de tratamiento, la construcción sustentable, la consultoría en ahorro de agua, la creación de programas académicos en gestión del agua e incluso la capacitación. Aquí hay una enorme oportunidad para empresas intensivas en tecnología que se formen alrededor de universidades, proveedores y usuarios. Y para Sapal, ¡el financiamiento en ahorro y uso eficiente!

Las experiencias exitosas como la de Israel en el desarrollo de patentes del agua surgieron de su sed, de su necesidad. Paulatinamente ellos fueron desarrollando técnicas de riego por goteo, de reciclamiento, de hidroponía, de uso de polímeros solubles y en la ciudadanía una costumbre, un hábito por cuidar el preciado líquido. Su vecino cercano, Egipto, hizo lo contrario: construyó como Sapal, la gran presa de Asuán. Hoy Israel es rico y Egipto, pobre. Por el contrario, Israel tiene en el agua una fuente de ingresos inagotable. En León no tenemos todavía esa industria. Existen sí, empresas que fabrican depósitos plásticos, tuberías, pero no hemos logrado desarrollar una proveeduría ni una cultura del usuario.

León sin agua valdrá mucho menos de su valor actual real. Los valores inmobiliarios caerían en un escenario de falta de agua. Por ello, industrias intensivas en agua como la curtiduría no tienen viabilidad en la ciudad a menos que cuenten con tecnología de reciclamiento y optimización en el proceso. Entonces, el cuidado del agua no es solamente una cuestión de principios, sino que se puede –y debe- convertir en una fuente de empleos para los leoneses.

Pensar en escasez de agua y en sequía en estos días de junio es pura realidad; las lluvias se han retardado un mes. El año pasado teníamos lluvias torrenciales en estas fechas. La encuesta que presentó esta semana Sectur muestra que los visitantes a la ciudad no perciben prácticas ecológicas (sustentables). No tenemos la cultura del ahorro, del aprovechamiento, de la captación del agua. El 90 % del agua que cae en León se va por el río de los Gómez y no la volveremos a ver, pues irá a Chapala para desembocar en el Océano Pacífico.

Muchos nos hemos opuesto por décadas a la estrategia de construir presas (tecnología milenaria y obsoleta) y hemos insistido en seguir el camino de los israelitas: la tecnología del agua y su “siembra” en la Sierra de Lobos. La idea de la presa El Zapotillo en una economía del conocimiento es absurda. Se ha escalado al doble su costo y el impacto en los ecosistemas de Jalisco de donde se trae, será enorme. León tiene sed. El agua se acaba. Tendremos sequía este año. Debemos pensar diferente el problema del agua. Queda poco tiempo”.

Escrito en Opinión el

Opinión en tu buzón

Deja tu correo y recibe gratis las columnas editoriales de AM, de lunes a domingo

Opinin