La pesadilla de los apagones
Esta semana llegamos al límite de lo que podemos consumir por eso la CFE hace tandeos sin avisar. Los expertos dicen que siempre debe haber una reserva de al menos el 6 % de la producción. Bajamos del 3 %, una situación de emergencia para toda la red.
Crisis sin precedentes”
Sector empresarial
La oscuridad de un proyecto fallido llegó a la mitad del país. Si alguien tenía una duda nacionalista sobre la producción de energía, desde el martes puede enterarse de que López Obrador falló. Primero se equivocó al colocar a un viejo timador al frente de la CFE. Un hombre sin experiencia en el ramo, que además había querido robar toda una elección nacional a favor del PRI. Un viejo priista de la mafia en el poder.
Manuel Bartlett intentó engañarnos con urnas rellenas en 1988, cuando se “le cayó el sistema”. Luego, como gobernador de Puebla por el PRI, forjó una fortuna inmobiliaria inexplicable para sus ingresos como funcionario. Ahora se le está cayendo el sistema eléctrico.
Entrado el actual sexenio, lo primero que hizo fue pelearse con canadienses y norteamericanos por un contrato de un gasoducto que quiso echar abajo. Una inversión de 4 millardos de dólares que alimenta el sur del país para generar electricidad. A punto estuvo de perderse.
Como tampoco sabía calcular el dinero en el tiempo, redactó un nuevo convenio cuyo valor presente es más caro para la CFE y para México del que estaba acordado. A pesar de su riqueza, a pesar de su experiencia, el viejo Bartlett comparte con el presidente una abundante carga de resentimientos contra el sector privado y más aún contra las empresas extranjeras. Iberdrola lo sabe. A esa empresa española, en lugar de dañarla, le compraron carísimas plantas generadoras sólo para decir que ahora serán de la CFE.
Bartlett emprendió una renacionalización del sector, destinando recursos que bien pudieron usarse para aumentar la capacidad de generación y transmisión eléctrica. El resultado está a la vista: apagones que dañan a la industria, al comercio y a los hogares. Peor aún, una variabilidad de potencia que daña equipos, borra archivos e interrumpe el flujo de trabajo.
En números de la Secretaría de Energía se estima que, de un gigawatt anual que hoy consumen los autos eléctricos, en 2035 llegará a 12 gigawatts. Si a eso sumamos el crecimiento por el nearshoring, veremos muchos apagones y cortocircuitos si no cambian las cosas.
Por fortuna hoy todos podemos producir electricidad con celdas solares a precios más bajos que los de la CFE. El precio de esa energía bajó un 84% en la última década. La eficiencia y abundancia de las energías alternas, solar y eólica, son inagotables y pueden transformar al país.
Esta semana llegamos al límite de lo que podemos consumir por eso la CFE hace tandeos sin avisar. Los expertos dicen que siempre debe haber una reserva de al menos el 6 % de la producción. Bajamos del 3 %, una situación de emergencia para toda la red.
Parece una metáfora del ocaso para la 4T cuando solo puede surtir 2.7 recetas en una farmacia que nos costó cientos de millones de pesos; de una refinería que no refina y en la que se ha gastado más del doble del precio anunciado; de un tren que costó el doble de lo que iba a costar el aeropuerto de Texcoco y además se descarrila. Hoy la electricidad es más cara. Una paraestatal que llegó a ser empresa de “clase mundial”, está convertida en un desastre y en una posible tragedia para el país, todo por dogmas nacionalistas de hace medio siglo.
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