Gracias, Loret, 'al costo que sea'
Carlos Loret de Mola insistía en su noticiero de Latinus a las 9 de la noche en YouTube que no dejaría de informar, de hacer periodismo, “al costo que sea”.
Carlos Loret de Mola insistía en su noticiero de Latinus a las 9 de la noche en YouTube que no dejaría de informar, de hacer periodismo, “al costo que sea”. Durante meses tuvimos noticias de los negocios de “El Clan”, una organización encabezada por Amilcar Olán, amigo y presunto socio de los hijos de Andrés Manuel López Obrador, presidente de la República.
Supimos también de las “contribuciones” en efectivo a los hermanos del presidente, Pío y Martín; nos enteramos de la fortuna extraordinaria de la candidata y hoy gobernadora electa de Veracruz, Rocío Nahle. Qué decir de la difusión del modo de vida del hijo del presidente en Houston, en la Casa Gris, descubierta por Raúl Olmos, distinguido periodista leonés.
Al finalizar el sexenio de López Obrador, las instituciones se vuelcan en contra de Latinus, la empresa periodística líder de la oposición. Por medio de la Unidad de Investigación Financiera (UIF) del gobierno, indagan hasta el último vestigio de las propiedades del comunicador, sus ingresos y las empresas que hicieron posible la información crítica y sensible de la llamada 4T.
Lo había anticipado Loret en sus programas, sabía que la persecución vendría en sus cuentas desde que el mismo presidente López Obrador preguntaba: “¿Cuánto gana Loret?”
El mandatario, obsesionado por la información que revelaba el periodista, lo denostaba por su real o aparente prosperidad, como si fuera un delito el ingreso de uno de los periodistas más importantes del país.
Qué decir de Brozo, el “payaso tenebroso”, que algún día creyera en el presidente y sus ideas liberales. Tan agudo y desmesurado, Brozo presentaba la realidad que no le gustaba ver al habitante de Palacio. Deslenguado, ácido y con un verbo indómito, Victor Trujillo pasó de ser cercano, de ser “primo hermano”, a ser el más formidable antagonista del presidente palaciego.
También Brozo es investigado en todo por la UIF y el SAT, únicas armas posibles de un régimen cuya fortaleza es la venganza. De un lado están las instituciones de justicia y la posibilidad del amparo, del otro el ataque y la revancha.
Al querer destruir a sus críticos, el presidente López Obrador va en contra de la historia, como Luis Echeverría cuando quiso acabar con Julio Scherer y su voz crítica en Excélsior en 1976. El exceso de poder en contra de ciudadanos libres que muestran la corrupción y la soberbia del sexenio sólo puede tener un final histórico: la desnudez de quien gobierna.
Porque en 98 días López Obrador será pasado. El poder que hoy goza se convertirá en agua, se diluirá, como sucedió con todos sus antecesores. A la presidenta electa, Claudia Sheinbaum, no le servirá una guerra contra los críticos de su antecesor. Por más leal que sea a quien la designó candidata de Morena, por más gratitud que tenga con el tabasqueño, su mirada hacia el futuro deberá estar limpia de conflictos. La presidenta electa sabe que las revelaciones de Latinus son reales, que Amilcar Olán, el operador de los hijos de López Obrador tiene una enorme fortuna sustentada en el tráfico de influencias por los contratos inflados de obra, por la facturación corrupta como proveedor del gobierno.
Claudia Sheinbaum sabe de los negocios de la familia del presidente, de las transas de Rocío Nahle, la gobernadora electa de Veracruz, y los desvíos del huachicol fiscal en Tamaulipas, cercanos a Mario Delgado.
Loret nos ayudó a saber y a comprender. Nadie nunca lo pudo desmentir.
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