García Harfuch y el reto ante el crimen organizado
Es necesario el trabajo de inteligencia para determinar mapas de calor, incidencias, ubicación y detención de líderes de células y grupos delictivos generadores de la más variada delincuencia del orden común y federal
De los nombramientos para el gabinete presidencial de Claudia Sheinbaum, dados a conocer en un tercer bloque, quiero destacar el de Omar García Harfuch, al frente de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, porque tiene que ver con la seguridad pública y la seguridad nacional.
En definitiva, no es lo mismo la responsabilidad de la seguridad de una nación que la de una entidad como la Ciudad de México, en la que estuvo al frente y de donde se destacaron resultados importantes, como la disminución de homicidios dolosos, en alrededor del 50 %.
Más que resultados a nivel federal, durante su campaña, Claudia Sheinbaum, presumió sus logros durante su gobierno en la Ciudad de México, en todos los rubros, incluso en seguridad pública.
Al asumir el cargo se informó que el Centro Nacional de Inteligencia estará bajo el mando del nuevo Secretario, pero falta saber qué grado de mando le pueden dar sobre otras instancias que son por derecho autónomas como la Sedena y la Semar.
No refiero a la Guardia Nacional, porque por las reformas de Morena, indicadas por López Obrador, la GN pasa a ser parte de la Sedena, en su estructura organizacional.
Lo que no se debe de olvidar es que, por mandato constitucional, el combate a la delincuencia organizada es facultad primordial y exclusiva de la Federación y además hay una ley ex profeso y otra en materia de coordinación con instancias como los estados y los municipios.
De nada nos sirve que todo el país esté lleno de elementos del Ejército y de la Guardia Nacional además de la Marina, si los delitos de alto impacto que tienen que ver con la autoría del crimen organizado, están a la orden del día.
Llegaremos al final del sexenio con alrededor de los 200 mil homicidios dolosos y más de 100 mil personas víctimas de desaparición forzada (por particulares y no particulares), de las cuales más de 30 mil corresponden a este sexenio.
No por echar coba a alguien ni por denostar a alguien más, pero no es posible que en seis años la GN tenga el registro de un poco más de un centenar de presuntos delincuentes detenidos en el estado de Guanajuato, mientras que las policías estatales reportaron docenas de miles, sin contar con lo hecho por policías municipales.
La simple presencia de fuerzas federales, en estados y municipios, no es garantía de que la delincuencia común y la delincuencia organizada se inhiban. Tiene que haber otras estrategias como precisamente la acción de unidades de inteligencia, incluso la inteligencia financiera (UIF).
No se trata solo de que las corporaciones hagan filtros, retenes y vigilancia para detener a transeúntes y conductores de vehículos, para su revisión y con ello se remita a quienes traigan sustancias y objetos prohibidos o vehículos robados.
Es necesario el trabajo de inteligencia para determinar mapas de calor, incidencias, ubicación y detención de líderes de células y grupos delictivos generadores de la más variada delincuencia del orden común y federal.
Me refiero a extorsiones, asesinatos intencionales, secuestros, trata (y tráfico) de personas, producción y distribución de drogas y lavado de dinero, entre otros crímenes a los que se suma el control de bienes y servicios y su injerencia en la política y en gobiernos.
García Harfuch sufrió un atentado en contra de su vida por parte del crimen organizado, además de ser señalado de presuntos vínculos con delincuentes, de los que ninguna instancia o persona lo ha demostrado.
De un Estado de derecho, de un Estado constitucional, de la seguridad pública y la seguridad nacional, depende en gran medida la posibilidad de desarrollo económico y social del país.
Esperamos que todos los órdenes de gobierno y la sociedad misma, luchemos por la seguridad pública, la tranquilidad y la paz social.
RAA
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