San Pedro y Miguel Treviño (Segunda impresión)
Resulta insuficiente una primera impresión de San Pedro Garza García y su alcalde Miguel Treviño para comprender su realidad.
Resulta insuficiente una primera impresión de San Pedro Garza García y su alcalde Miguel Treviño para comprender su realidad. La ciudad de apenas 123 mil habitantes tiene el mejor ingreso de Latinoamérica. Si el promedio por habitante en México es de 10 mil dólares anuales, en San Pedro es de 60 o 70 mil.
El número de habitantes es mucho menor a las personas que entran y salen de la ciudad por razones de trabajo, comercio o servicios. Al menos 250 mil neoleoneses visitan la ciudad cada día. La alta demanda de vivienda hace que sea la ciudad más cara en bienes raíces de México. Los precios de un departamento pueden ser tres o cuatro veces más altos por metro cuadrado que en León o Querétaro.
Treviño y su equipo pudieron enfrentar la fuerza económica de desarrolladores que obtenían permisos sin todos los requisitos. Tuvieron que hacer un nuevo código urbano para lograr mayor densidad en zonas que pueden mejorar la vida comunitaria, y contuvieron el crecimiento desbordado de años anteriores. La calidad de vida por la seguridad lograda, la mejora urbana y la belleza del entorno, hace que tenga semejanzas con ciudades norteamericanas.
Después de ver la bonanza en la ciudad, vemos que no hay dos Méxicos distintos sino tres o cuatro en el desarrollo de capital humano, inversión y emprendimiento. Eso incluye a buena parte de la zona metropolitana de Monterrey, sin duda la más próspera del país. Dice Treviño que en San Pedro hay 123 mil alcaldes (en broma), porque todos opinan, participan, critican o apoyan. El nivel de estudios promedio de los adultos debe ser también muy superior al de la media nacional. La presencia de las mejores universidades como el Tec, la UDEM y la Universidad de Nuevo León, hace que florezca la educación superior.
Lo que no hay en el estado, desafortunadamente, es la misma calidad de gobernantes. Mientras San Pedro es transparente, seguro y desarrollado en sus procesos de gestión municipal, en Nuevo León el gobernador está de risa y está a punto de caer. A Samuel García, del partido Movimiento Ciudadano, lo desbordó el poder. El joven fosfórico, que había jurado centrarse en gobernar y no aspirar a más durante el sexenio, vive la peor crisis de credibilidad y confianza. A la vista surgen los negocios multimillonarios (miles de millones de pesos) obtenidos a la sombra del poder, con el mayor cinismo del mundo.
Inepto para construir acuerdos con el Congreso estatal dominado por la oposición, vive enfrentado con todos, entre litigios y amparos. Su renuncia a la candidatura presidencial lo exhibió cuando el Congreso quiso poner a un sustituto que no era de sus confianzas. Si no regresaba, quedarían a la vista todos sus negocios. Los regios, como decimos, han sido muy malos para elegir gobernante. Los últimos tres: Rodrigo Medina, “El Bronco” Jaime Rodríguez y Samuel García, no tuvieron la menor idea de cómo lograr un gobierno moderno, transparente y honesto, que fuera modelo nacional como lo es el liderazgo empresarial de la región.
Porque Nuevo León es el estado de mayor desarrollo, la gente está mejor educada e informada que en la mayor parte del país, los regios deberían exigir gobiernos ejemplares. En Miguel Treviño tienen la mejor carta para el 2027. No tiene partido, encontró su vocación en los logros cívicos y además es intachable. Sería el mejor gobernador en la historia de Nuevo León. No tengo la menor duda.
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