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OPINIÓN

Salud, gasto y gestión de la deuda

En el caso de la salud, la prudencia puede traducirse en la protección del presupuesto asignado, fortaleciendo la eficiencia e implementando modelos de gestión de la calidad para reducir costos operativos en los sistemas de salud

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Salud, gasto y gestión de la deuda

Existen multitud de fábulas, cuentos, parábolas e historias que tratan acerca de las deudas, las cuales, al igual que la consejería financiera formal actual, subrayan la importancia de la responsabilidad, la previsión y la prudencia con respecto al manejo de recursos, en especial los que no son propios o son prestados y en algún momento se habrán de regresar, retribuir o pagar.

Nuestro país enfrenta un desafío sustantivo el cual es el de gestionar una deuda considerable, mientras busca impulsar su crecimiento económico y atender las necesidades de la población. Si bien la situación no es aún insostenible, se requiere un manejo estratégico para evitar que la deuda se convierta en un obstáculo insalvable. Las claves para superar estas circunstancias están en garantizar un uso eficiente de los recursos y priorizar inversiones que generen beneficios económicos y sociales a largo plazo.

Un Estado como el mexicano, al no ser una empresa como tal, no genera recursos y vive de la recaudación, por lo tanto, el fortalecimiento de los ingresos públicos es esencial. Sin embargo, nuestro país tiene una de las tasas de recaudación fiscal más bajas de la región, lo que limita su capacidad de financiar proyectos esenciales sin recurrir a la deuda. El promover reformas fiscales de fondo, que amplíen sí la base tributaria pero sin desplumar al contribuyente y se combata la evasión fiscal alevosa, podría incrementar los recursos disponibles, siendo sensible a no sobrecargar a los sectores más vulnerables.

Ahora bien, bajo las condiciones actuales se vuelve crucial el mejorar la calidad del gasto público. La corrupción y el despilfarro son lastres que drenan recursos y erosionan la confianza en las instituciones. Pareciera ser que se consolida una tradición o afición a gastar de manera innecesaria, en proyectos no productivos y poco transparentes, lo que conlleva merma en el potencial impacto positivo a sectores claves como la salud, educación e infraestructura.

De igual manera, el crecimiento económico sostenido es otro pilar para salir del atolladero, el cual es dependiente de aprovechar tratados comerciales, fortalecer el comercio interior, diversificar exportaciones y atraer inversiones extranjeras, además de fomentar la innovación tecnológica y apoyar a las pequeñas y medianas empresas para dinamizar el mercado interno y aumentar la competitividad del país en el ámbito global.

Una administración prudente marca la diferencia cuando se habla de deuda: el renegociar los términos de la deuda externa, optar por financiamientos más baratos, minimizar riesgos cambiarios, emitir instrumentos financieros innovadores, entre otros, pueden ser estrategias que reduzcan la presión sobre las finanzas públicas.

En el caso de la salud, la prudencia puede traducirse en la protección del presupuesto asignado, fortaleciendo la eficiencia e implementando modelos de gestión de la calidad para reducir costos operativos en los sistemas de salud, sumado a la exploración de asociaciones público-privadas y la vinculación a desarrollo sostenible, asegurando que cada peso invertido mejore la calidad y accesibilidad a los servicios de salud.

Si no existe una gestión adecuada de la deuda o se continúa con la irresponsabilidad administrativa, el crecimiento y desarrollo se pueden ver aún más comprometidos. Los niveles altos de deuda hacen vulnerables a los países a fluctuaciones externas, aumentos de tasas de interés globales o crisis económicas internacionales y en el caso de los sistemas de salud, estos riesgos se traducen en la incapacidad de mantener niveles adecuados de atención, lo que afecta directamente la productividad y bienestar de la población.

Sí, se puede crecer con deuda interna y externa si se utiliza el financiamiento para proyectos estratégicos y se fomenta un ambiente de inversión estable, por lo que es menester exigir a los responsables de apelar a la sensatez y responsabilidad y no a disparates y derroches sin sentido. Tarea del ciudadano estar atento. Es tiempo.

Médico Patólogo Clínico. Especialista en Medicina de Laboratorio y Medicina Transfusional, profesor universitario y promotor de la donación voluntaria de sangre.

 

RAA

 

 




 

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