El fiscal y un dios romano
Debemos tomar conciencia de que si la corrupción no es combatida desde las instituciones designadas para ello, el crimen organizado siempre encontrará el caldo de cultivo adecuado para reproducirse y multiplicar su malignidad. Cada político corrupto es un aliado en potencia de estas organizaciones.
Janos es el dios romano de las dos caras. Se le representa bifronte, con una faz que mira al futuro y otra al pasado. En el caso de Guanajuato la representación romana empareja con las características que se le deberían exigir al nuevo fiscal, y que por ello, pone en un dilema a la gobernadora y a los diputados del Congreso para hacer una buena nominación de una persona capaz, profesional y honesta.
Por lo pronto en el proceso han dejado fuera un perfil potable: Juan Manuel Álvarez González. Entenderán que resultaba imposible seleccionarlo porque la clase política guanajuatense clama por un fiscal que mire hacia delante y contribuya a arreglar la violencia en la que estamos ahogados, pero que no mire al pasado para perseguir a delincuentes engarzados dentro de la clase política y no solo a criminales tradicionales.
Habría que entender la unicidad del dios de los primitivos romanos, para comprender que debemos procesar, no solo el futuro, sino también despejar el pasado. El orden penal conlleva la ejemplaridad de las penas, para que la sociedad tome nota del riesgo de asumir conductas antisociales. De otra forma no resulta funcional el derecho penal. Porque mirar al pasado incluye la investigación de los hechos ocurridos que no fueron debidamente atendidos.
Allí entran las conductas delincuenciales desplegadas por muchos políticos, por ejemplo: la concusión, el peculado, cohecho, la compra de votos, el acarreo, el abuso de autoridad, uso ilícito de facultades, ejercicio abusivo de funciones, tráfico de influencias y enriquecimiento ilícito, entre otros.
Porque debemos tomar conciencia de que si la corrupción no es combatida desde las instituciones designadas para ello, el crimen organizado siempre encontrará el caldo de cultivo adecuado para reproducirse y multiplicar su malignidad. Cada político corrupto es un aliado en potencia de estas organizaciones. Guanajuato se encuentra acosado por la violencia. Parte de ella, consecuencia de actuar con lenidad, al no refutar conductas oscuras de nuestros gobernantes.
Pongo un ejemplo: En enero de 2014 explotó el escándalo por la exigencia de moches al alcalde de Celaya de parte de diputados federales. Pruebas y testimonios no faltaban, pues todo quedó grabado en una reunión con síndicos y regidores. La corrupción se evidenció más, cuando el AM presentó un reportaje de como constructoras de Sonora participaban, sospechosamente, haciendo obra pública municipal en Guanajuato. Bajar fondos a los municipios desde las curules federales, para luego exigir a los alcaldes una porción de esos recursos, resultó un modus operandi “normal” en un Congreso Federal dirigido por una caterva de deshonestos encabezada por su líder, el diputado Manlio Fabio Beltrones… de Sonora.
El entonces procurador Zamarripa nunca se dio por enterado del escándalo ni abrió investigación alguna, protegiendo con su omisión a la banda de pícaros, que continuaron funcionando con total impunidad. De allí deriva nuestra corrupta realidad local.
Si hubiese habido persecución y cárcel para aquellos culpables, otro gallo cantaría para Guanajuato, teniendo en el poder políticos honrados o por lo menos atemorizados por la justicia. Pero no fue así. El pacto de impunidad se estableció, y a partir de ese momento la sustracción de fondos públicos se multiplicó al garantizarles protección e impunidad a gobiernícolas de alto nivel. Así Zamarripa se convirtió en un funcionario casi inamovible.
Por desgracia, parece que las cosas no cambiarán. Dos de los candidatos de la terna para elegir al fiscal son personajes que proceden del entorno de Zamarripa, mientras que el delegado de la FGR tampoco es confiable. Allí se ha protegido al impresentable exalcalde capitalino, Alejandro Navarro, guardando una denuncia en su contra por cortar los cables de internet de una empresa de telecomunicaciones, dejando a más de 17 mil personas sin servicio, durante la pandemia. El expediente duerme el sueño de los justos en su escritorio.
En el Congreso del Estado los diputados prefieren un Janos con una sola cara, esto es, que mire solamente hacia delante, sin tornar la vista hacia atrás para no encontrarse con un montón de politicastros inmersos en la impunidad. Curioso, porque al mismo tiempo desean un funcionario recto, con un perfil fuerte, decidido y confiable para combatir a los criminales que cunden por el estado, exigen que sea omiso y tolerante con los corruptos. La mala noticia es que la honestidad solo acepta absolutos; o se es o no se es honesto. Ese es el dilema que enfrentan los diputados y la gobernadora.
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