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OPINIÓN

“1984”, hoy

La referencia de “1984”, leída con entusiasmo juvenil, me vino a la mente desde que el nuevo gobierno del estado anunció el cambio de nombres de sus secretarías.

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“1984”, hoy

“1984” es una de las grandes novelas del siglo XX, escrita en 1949. Es una dura crítica a los sistemas totalitarios, regidos por la voluntad de unos cuantos. Describe una distopía, como se define a una sociedad regida por el mal. Un gobierno que hace lo contrario a lo que predica, con la intención de engañar al pueblo. En la novela, por ejemplo, el Ministerio de la Verdad se encarga de esparcir mentiras; el del Amor, de la represión; el de la Abundancia, de administrar las cartillas de racionamiento que se reparten entre los indigentes, y el de la Paz, gestiona la guerra. Un gobierno contradictorio basado en la postverdad.

La referencia de “1984”, leída con entusiasmo juvenil, me vino a la mente desde que el nuevo gobierno del estado anunció el cambio de nombres de sus secretarías. Ahora contamos con la de la Honestidad, que, en el mundo de Orwell, estaría encargada de hacer efectivo el pacto de impunidad por los abusos de los funcionarios; la del Agua y Medio Ambiente, que daría cobertura a los negocios desde el poder, para que se urbanicen áreas de recarga de mantos acuíferos, provocando sequías; y la famosísima del Nuevo Comienzo (NC), encargada de imitar las políticas populistas basadas en el asistencialismo y la entrega de modernas cartillas de racionamiento denominadas tarjetas rosas. ¡Como en la novela!

Focalizo nuestra reflexión en el ministerio orwelliano del NC, que a últimas fechas se ha concentrado en la destrucción de los sistemas genuinos de ayuda al prójimo con la colaboración de organismos de la sociedad civil, para imponer, autoritariamente, programas asistencialistas de entrega de dinero a condición del voto por el partido en el poder. Sin duda es el área gubernamental más apoyada y que mayor interés suscita para la nueva gobernadora, porque significa la posibilidad para la partidocracia, de sobrevivir como miembros de la burocracia dorada estatal.

Las políticas diseñadas verticalmente por la ministra del NC, no se apartan del populismo más montaraz y ramplón, aunque lo envuelvan en la propuesta de una cándida “Alianza” con las mujeres pobres, débiles y vulnerables, urgidas de ayuda, con la gobernadora que maneja a su antojo el presupuesto guanajuatense. Lo que sí hay que destacar es lo imaginativos que resultan los servicios que ahora proporcionará la tarjeta rosa, que conduce a la afiliación partidista casi obligatoria.

Pero no crea que este es un instrumento para repartir solo quinientos pesos al mes ¡no! Intentará brindar aparte los siguientes beneficios restringidos a un solo evento y a ciertos precios: asistencia dental, asistencia médica, asistencia nutricional, médico a domicilio, orientación médica y psicológica, exámenes gratuitos de química sanguínea, ambulancia de emergencia (sic), asistencia funeraria, asesoría legal sobre fallecimientos, sala de velación básica (sic), servicios funerarios en el domicilio, cremación, traslado de restos, asistencia legal en materia familiar, civil y penal, asesoría para contraer matrimonio, casos de divorcio, patria potestad, custodia de menores, pensión alimenticia, asistencia en el hogar, servicio de plomería, electricista, cerrajería, vidriería, instalación de muebles, asistencia vial, servicio de grúa, auxilio vial, pase de corriente, cambio de llantas y suministro de gasolina. ¿De verdad todo esto es función que deba prestar y pagar el Estado para combatir la pobreza? ¿Cómo lo administrarán y fiscalizarán?

Pareciera benéfica la alianza, pero su resultado será desventajoso. Van a entregar a estas mujeres de entre 25 y 40 años, quinientos pesitos y el acceso a todos los servicios limitados ya descritos, que acabarán, seguramente, congestionados por el exceso de demanda, combinada con la tradicional ineficacia gubernamental; todo a cambio de la imposibilidad de entregarles a los guanajuatenses un gobierno profesional, transparente, serio, fiscalizado, que logre implantar de nuevo la paz pública y que frene el baño de sangre y la corrupción que padecemos. El intercambio resulta muy oneroso. Habrá tarjeta rosa, pero no un gobierno que gaste bien el dinero, combatiendo la pobreza mediante políticas públicas serias y adecuadas como programas de transferencia de recursos CONDICIONADOS, como era Oportunidades, programas de empleo, educación gratuita pero de calidad, becas por mérito, programas de capacitación, participación ciudadana y de educación cívica, que ayuden a construir ciudadanía.

Mejor preferimos adelantarnos a cimentar nuestra propia distopía local, que con tanto ahínco erigen los funcionarios estatales orwellianos. Extraño mundo el que nos ha tocado vivir, donde toda una realidad gubernamental decide amalgamarse en una simple tarjeta para traficar votos. ¡Pasmo total!

LALC 

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