De Ayotzinapa a Teuchitlán
En Guerrero, unos quisieron robar un autobús de una línea comercial y toparon de frente contra una empresa criminal amparada por la Policía Municipal y el Ejército.
En Guerrero, unos quisieron robar un autobús de una línea comercial y toparon de frente contra una empresa criminal amparada por la policía municipal y el ejército. En Jalisco, otros respondieron al llamado de la necesidad: un aviso de empleo con condiciones impensables en un mercado laboral donde campea la precariedad. El resultado se cuenta con decenas de muertos e impunidad total para las cabezas que orquestan el horror.
Diez años han transcurrido desde la noche de Iguala y aún no se ha hecho justicia a los padres de los 43. No sabemos cuánto pasará hasta que los administradores y encubridores del Rancho Izaguirre en Teuchitlán paguen por los delitos cometidos allí. Los antecedentes y paralelos no son nada halagüeños, así como lo que augura una reforma judicial que hará mucho más vulnerable al sistema de justicia frente al poder del crimen organizado.
¿Cuántas cárceles-centro de entrenamiento y exterminio tendrán los cárteles en México? Es imposible determinarlo cuando la omertà, ese silencio absoluto, donde cualquier colaboración con la policía o el gobierno se considera una traición, permitió al Rancho Izaguirre funcionar a tan solo 40 kilómetros de Guadalajara, en un terreno perfectamente accesible, cercano a fincas agrícolas y de recreo. Es imposible que nadie escuchara los balazos que dejaron los cientos de cartuchos percutidos encontrados en un terreno de media hectárea. Es inaudito que la Fiscalía de Jalisco no haya reparado en los restos de ropa y zapatos, en los hornos crematorios, en la dimensión del lugar asegurado hace seis meses. ¿A qué se dedica el ministerio público de Jalisco? ¿El manto protector del gobierno de Enrique Alfaro tendrá continuidad en el de su sucesor?
Hace tres años, en mi artículo Empresa forma y poderosa comenté la manera de operar de este cártel en particular. El CJNG se presenta como un corporativo empresarial. Por eso recluta a través de avisos publicitarios; centenares de casos apuntan hacia call-centers que se aprovechan de la fragilidad del mercado laboral. Quien no desea funcionar bajo la lógica empresarial, pues el reclutamiento no responde a una ideología más allá del funcionamiento de una industria criminal, es asesinado y sus restos desaparecidos a través del fuego o el ácido. No se busca exterminar una etnia o religión en particular, sencillamente a quienes se opongan a los designios de la “empresa formal y poderosa” llamada CJNG. Con esa misma nomenclatura y visión corporativa marcan sus “productos”, vehículos y uniformes.
La extorsión se realiza con el mismo celo institucional, empleando una maquinaria bien engrasada que actúa con impunidad absoluta. Secuestro, tortura, desaparición forzada, violación, asesinato y esclavitud son crímenes de lesa humanidad. Esto dejó hace mucho de ser un simple tema de narcotráfico. Ante los reclamos cada vez más feroces de los Estados Unidos por el combate a las drogas y dentro de su lógica empresarial, la diversificación puede llevarlos a oprimir aún más a los mexicanos. ¿Se atreverá la 4T a detenerlos? Porque esto no se trata de exportar drogas o no, es un estado paralelo con visión comercial y un poder de destrucción social inédito.
En su comunicado de hace tres años afirmaban: “Ya saben que todo el estado de Guanajuato tiene dueño y es el señor Mencho.” Si esto no se ataja, le darán la razón a Trump y dirán que México tiene dueño. Ojalá Teuchitlán no sea otro Ayotzinapa.
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