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OPINIÓN

¡Hasta pronto, Papa Francisco!

 ¡Qué triste fue enterarnos de tu partida a la casa del Padre! Sí, ya sabíamos que estabas enfermo y te veíamos lastimosamente deteriorado, aunque nunca derrotado, en tu silla de ruedas.

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¡Hasta pronto, Papa Francisco!

  ¡Qué triste fue enterarnos de tu partida a la casa del Padre! Sí, ya sabíamos que estabas enfermo y te veíamos lastimosamente deteriorado, aunque nunca derrotado, en tu silla de ruedas. Sí, entendíamos que eras bastante mayor y que no era fácil luchar por tu salud… pero creo que infantil e inocentemente queríamos que siguieras con nosotros por más tiempo, ¡nos habíamos acostumbrado a ti!.  A tu sonrisa traviesa,  a tus ojos pequeños, a tus verdades simples y duras, a tus palabras sinceras, a tu sencillez franciscana y a tu sabiduría jesuita…

     ¡Pero te nos fuiste así de repente, sin darnos tiempo a detenerte un poco con nuestras oraciones, cuando menos nos lo esperábamos!.  Todavía el día anterior nos habías dado la bendición “Urbi et Orbi” con motivo de la Pascua, y aunque no leíste la homilía, después te diste el lujo de recibir al Vicepresidente de EUA.  Nos diste una lección de humildad y de tu gran fortaleza, el día que reapareciste en público en silla de ruedas, luego de estar bastante tiempo hospitalizado… much@s te compararon con la entrada de Jesús en Jerusalén en un borrico… y tenían razón, porque mostrarse débil, incapacitado y dependiente cuando eres una persona común y corriente no es fácil, pero cuando eres un líder espiritual con tanto poder, ¡es mucho más difícil!.  Pero allí estabas tú, saludando y mostrándonos a tod@s que aún en la vejez y en la enfermedad se puede seguir siendo tú mismo, libre, afable, natural. 

     Te fuiste el día en el que en Italia celebran el “Día del Ángel”, es decir, el lunes después del domingo de Resurrección, que es cuando el Ángel se les aparece a la Virgen María, a María Magdalena y a las otras mujeres que habían ido a limpiar y perfumar el cuerpo de Jesús para prepararlo correctamente, según la costumbre judía.  Así te nos fuiste, discretamente, como un ángel, sin aspavientos ni ruidos… tan en silencio, que nos sorprendiste…te nos fuiste al día siguiente de haber cumplido con todos tus deberes como Santo Padre, hasta el último momento… ¡y, entonces, como creemos l@s católicos, tú también resucitaste, querido Papa Francisco!.

     Se quedan con nosotros todas tus impresionantes acciones, todas tus sabias palabras y tus hermosas encíclicas que nos dieron luz, reflexión y esperanza en tiempos buenos y en tiempos difíciles… ¡Gracias por todo lo que nos diste y enseñaste! ¡Gracias porque nos ayudaste a creer y crear un mundo mejor que el que teníamos! ¡Gracias porque nos recordaste que lo más importante, siempre, siempre es el Amor… a Dios, al prójimo, a la naturaleza, a uno mismo… pero que hay que ponerlo en acción, porque si no, no sirve de nada!.  

     Hay muchas dudas y expectativas con quien será el nuevo Papa, el que te siga, porque nadie, nunca podrá sustituirte.  Much@s ya no creen en la “Iglesia” y nos damos cuenta que aún ahí existe la política;  pero se nos olvida que la “Iglesia”, al final, somos tod@s, no nada más los sacerdotes, monj@s, obispos y cardenales; y que depende de nosotr@s también el rumbo que tomemos… 

¡Ayúdanos Papa Francisco, ayúdanos a que el que venga, continúe la labor que tú iniciaste de sencillez, cercanía, sinceridad y cambio;  pero sobre todo, de Amor, comprensión y misericordia!. 

 

MARI AGUADO DE CUADRA. 

León, Gto., a 27 de abril del 2025.

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