Celebremos a los héroes gays
Es increíble lo que hemos evolucionado en apenas dos generaciones. Cambiamos con la comprensión científica hacia la ampliación del sentido de humanidad y en la tolerancia a los opuestos.
“La voluntad de ser uno mismo es heroísmo”.
José Ortega y Gasset
Es increíble lo que hemos evolucionado en apenas dos generaciones. Cambiamos con la comprensión científica hacia la ampliación del sentido de humanidad y en la tolerancia a los opuestos.
Al finalizar el siglo pasado, a partir de 1981, una infección comenzó a cobrar vidas. Recuerdo los primeros reportajes de la revista Time sobre el virus que sería denominado VIH o, su peor resultado, el SIDA (Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida). La propagación se daba por transfusiones de sangre o contacto sexual.
Los fanáticos de la religión de inmediato achacaron el síndrome a un castigo divino. En su infinita ignorancia, vieron el mundo a través de dogmas antiguos y la pura sandez. Las comunidades de homosexuales se vieron afectadas, no solo por la enfermedad biológica, sino por la enfermedad moral de quienes los acusaban de ser culpables del virus.
En África, diferentes denominaciones religiosas prohíben el uso del condón. El continente, donde probablemente había partido la infección, sufriría millones de muertes por ese mandato. Según datos de la ONU, tan solo en lo que va de este siglo han fallecido 14 millones en África y podrían morir hasta 60 millones si no obtienen acceso a medicamentos.
La ciencia logró reducir la mortalidad con terapias retrovirales que hoy significan la diferencia entre vivir y morir. En Occidente, millones de infectados pueden tener la misma esperanza de vida que la de cualquier ciudadano.
Ante la agresión social, los grupos LGBTI respondieron buscando, con orgullo, su justo lugar en la tierra; la libertad de vivir sin estigmas ni falsas responsabilidades morales, como lo decía antes la cristiandad: qué decir del islamismo, instalado hoy en el siglo XIV respecto a la igualdad de la mujer y las comunidades LGBTI, donde ser homosexual se pena con cárcel.
En nuestra época surgieron miles de personas heroicas que estuvieron dispuestas a salir del anonimato para celebrar sus vidas y su orientación sexual. Nada de ser “los renglones torcidos de Dios”. Nadie nace siendo -biológicamente- lo que no es.
La mejor comparación la podemos hacer con el fenómeno llamado “lateralidad”, es decir, ser zurdo o diestro. En el futuro, el “orgullo gay” será trascendido, será superado por ese heroísmo de quienes nunca se traicionaron a sí mismos. Así como no hay grupos de “orgullo zurdo”, porque es un fenómeno biológico, tampoco habrá resistencia social, política y religiosa frente a los grupos distintos a la mayoría. En Occidente, el camino recorrido es grande: las sociedades más humanas y avanzadas reconocen matrimonios, adopciones y derechos igualitarios; tal vez en una generación más, las iglesias acepten su ignorancia ante un fenómeno totalmente humano.
En sociedades más atrasadas como la islámica podrán pasar décadas o siglos antes de comprender, de entender, de saber que no hay pecado, ni falta contra Dios, ni deformación moral por ser distinto.
La evolución no ha terminado ni avanza despacio, lo cierto es que los cambios políticos, sociales y culturales del siglo pasado y los que ahora llegan son rápidos y extraordinarios. En un futuro no lejano se discutirá la naturaleza de una nueva especie que viene en camino mediante la hominización de la IA. La Filosofía no encuentra descanso: ¿podrá el hombre crear una especie superior, a su imagen y semejanza con alma integrada? Hoy pareciera una locura. Quienes están en la punta del conocimiento han iniciado esa discusión.
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