Diplomacia y demagogia
Todos sabemos que la mejor polÃtica exterior no puede ser aquella que renuncie a pensar y actuar a partir del análisis de lo que pasa allende las fronteras.
El Presidente, López Obrador, alguna vez sentenció que la mejor polÃtica exterior era la interior. Se equivocaba, ciertamente. Todos sabemos que la mejor polÃtica exterior no puede ser aquella que renuncie a pensar y actuar a partir del análisis de lo que pasa allende las fronteras.
Aunque la actual Presidenta ha decidido que no puede ignorar al mundo - en parte porque el mundo nunca te ignora - y ha realizado algunas visitas importantes, lo cierto es que tampoco parece alguien muy interesada en hacer sentir la influencia de México en el planeta.
En medio de una crisis mayor no sólo en América del Norte, sino en el Medio Oriente y, potencialmente, en el mundo, el Primer Ministro canadiense invitó cordialmente a la Presidenta mexicana a la reunión del G-7 en la localidad de Kananaskis en Alberta, Canadá. En esta reunión de las principales potencias del mundo se iba a hablar de graves problemas que enfrenta la humanidad: desde cómo fortalecer la economÃa global a la manera promover la seguridad energética; desde cómo enfrentar en común los problemas del cambio climático a cómo acelerar y administrar la transición digital.
Pero el objetivo primordial para la mandataria mexicana era reunirse con el Presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Muchos comentaristas se refirieron al hecho de que la reunión era una oportunidad invaluable para que la Presidenta mexicana pudiera exponer sus puntos de vista ante Trump, en un terreno neutral y con la convergencia del Primer Ministro de Canadá. Hay que tomar en cuenta que la mandataria mexicana podrÃa correr un grave riesgo si se reuniera con Trump en la Casa Blanca, a la luz de la manera en que fueron tratados ahà los lÃderes de Ucrania y Sudáfrica.
Resultó que la reunión planeada con Trump no pudo realizarse, pues él canceló sus actividades en el seno del G-7, debido a que el recrudecimiento del conflicto en Medio Oriente lo obligó a regresar a la capital estadounidense.
Desde luego que no se puede acreditar a la CancillerÃa mexicana que este encuentro no se haya realizado. Además no hay razones para pensar que la Presidenta no planeó muy bien la reunión con Trump.
El problema no es ese. Como es sabido por mucha gente informada, estas reuniones también sirven para que los mandatarios puedan conversar con sus colegas sobre temas de interés común. Aunque la Presidenta tuvo algunas reuniones importantes, por ejemplo, con los mandatarios de la India y Canadá, asà como con otras figuras de la diplomacia mundial, la verdad es que se perdió la oportunidad de estar ahà un dÃa antes, cuando Trump estaba presente.
La razón por la que no estuvo ahà en ese importante momento no parece muy válida. Sheinbaum decidió no viajar en un avión del Estado mexicano, sino en uno comercial, con el objetivo ostensible de hacerla aparecer como cercana al pueblo y cómo alguien que ahorra dinero.
Esta actitud francamente demagógica no ayuda a avanzar el interés de México en el mundo. Algo más hay que decir: mientras Sheinbaum se encontraba en tránsito en un avión comercial o esperando cambiar de vuelo, la cuestión sobre Irán podrÃa haber sido mucho más grave de lo que fue. HabrÃa sido una ironÃa inaceptable que esto hubiera ocurrido cuando la mandataria mexicana viajaba en un avión comercial.
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