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Hablando en serio

El mundo hoy

Estamos viviendo una crisis mundial provocada por un reacomodo político, militar y económico a gran escala. Occidente y Rusia se enfrentan en Ucrania, la hegemonía de Estados Unidos se tambalea, y China avanza con fuerza como nuevo líder global.

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El mundo hoy

Estamos viviendo una crisis mundial provocada por un reacomodo político, militar y económico a gran escala. Occidente y Rusia se enfrentan en Ucrania, la hegemonía de Estados Unidos se tambalea, y China avanza con fuerza como nuevo líder global.

El capitalismo, basado en la generación de riqueza y el individualismo, privilegia el beneficio económico por encima de los valores humanistas, del respeto a la vida y del nacionalismo entendido como un proyecto colectivo. En este sistema, la identidad cultural se diluye, las religiones se desvanecen —o peor aún— se usan como herramienta de control y conflicto. La estructura es clara: una élite de mando —empresarios y capitalistas— y una base trabajadora que produce la riqueza, pero sin poder sobre ella. Los sindicatos, concebidos para defender a los trabajadores, han sido en su mayoría cooptados y corrompidos por los capitalistas dejando de lado su razón de ser.

Estados Unidos es hoy el reflejo más evidente de los éxitos y fracasos del modelo capitalista. Tras destronar a Inglaterra y emerger como potencia económica y militar después de la Segunda Guerra Mundial —gracias a que su territorio no fue invadido ni destruido—, logró consolidar una posición dominante. Su fuerza productiva y su innovación tecnológica le permitieron colocar al dólar como moneda de reserva global y construir un ejército financiado por ese poderío económico; sin embargo, el modelo tenía una falla estructural: las empresas no producían para mejorar la vida de su gente, sino para acumular riqueza. Además, la obsesión por el control global llevó a USA a involucrarse en guerras que no solo no ganó (Vietnam, Afganistán, Irak y ahora Ucrania), sino que también debilitaron su economía.

En las últimas décadas, este país transfirió sus fábricas y su tecnología a otros territorios en busca de mano de obra barata, beneficios fiscales y tierras disponibles. Así, se vació de industria local y llenó su economía de especulación financiera. El resultado: millones de personas sin empleo, una clase media empobrecida, aumento en la drogadicción, el alcoholismo y la falta de vivienda; mientras tanto, China apostó por un modelo distinto: formó ingenieros, impulsó la innovación, añadió valor a sus productos, construyó una clase media sólida que consume, y eso le dio independencia económica, estabilidad política y capacidad para exportar. Con eso, financia su ejército, fortalece su soberanía y se posiciona con fuerza frente a las amenazas externas en el nuevo tablero geopolítico global.

No hay que olvidar lo que ocurrió con Japón en los 70’s y 80’s, cuando Estados Unidos, viendo peligrar su supremacía, lo obligó a revaluar el yen y reducir su capacidad productiva. Fue una jugada para frenar su avance, un claro ejemplo de cómo un imperio actúa frente a la competencia.

¿Y México?, México juega en otra cancha. Con un sistema educativo deficiente y una dependencia económica casi total de Estados Unidos, sufre para mantener una mínima soberanía. Nuestro país sobrevive como proveedor de materias primas y mano de obra barata, pero, salvo la inversión de empresas extranjeras, México no genera condiciones reales para el desarrollo tecnológico; por eso creo firmemente que México debe apostar por capitalizar sus recursos: tierra, clima y agua para garantizar una seguridad alimentaria nacional y ante un escenario mundial incierto, tener a nuestra población bien alimentada es fundamental; a la par, debemos formar profesionistas capaces de competir en ciencia, tecnología e innovación. Solo así podremos generar empleos y reconstruir una clase media fuerte que consuma lo que producimos y al mismo tiempo, generemos excedentes para exportar, competir y así sustentar nuestra economía y nuestro desarrollo… ¡Así de sencillo!

Un saludo, una reflexión.

 

Santiago Heyser Beltrán

Escritor y soñador

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