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Dan sereno adiós

La Iglesia fundada hace 20 siglos debe continuar.

Escrito en Opinión el

Como un signo de que una Iglesia fundada hace 20 siglos debe continuar, falte quien falte, la última celebración eucarística en Catedral bajo el papado de Benedicto XVI transcurrió casi sin un cariz diferenciador, con una homilía más dedicada a llamar a la conversión y “la confianza en Dios más que en los hombres”.

Contrastando con la multitud que hace casi un año se adueñó de las calles del Centro Histórico para dar la bienvenida al Pontífice, las bancas del recinto más importante del Arquidiócesis leonesa tuvieron menos gente incluso que una misa dominical.

El crujir de la madera del piso, el barullo lejano de unos pájaros y ese eco del silencio propio de los templos, eran los únicos sonidos que se escuchaban cuando hacia las 12 del día el padre Jesús Salazar subió al mismo altar que Benedicto XVI pisó el 25 de marzo del año pasado.

Tan de sorpresa debió caer el aviso de la renuncia del Pontífice, que en lo alto de la nave principal de Catedral lucían dos pendones dando testimonio de gratitud y despedida al arzobispo José Guadalupe Martín Rábago, quien pronto dejará la Arquidiócesis, pero ningún indicio similar dedicado al ahora Papa Emérito.

Ni coros, ni órganos, ni una legión de sacerdotes concelebrantes al estilo de las grandes ocasiones litúrgicas. Sólo una misa ordinaria de mediodía de jueves, donde hasta pasada la homilía, a la hora de las peticiones, el padre Salazar pidió por “el Santo Padre, quien no tarda en cumplir el plazo que él puso para terminar su ministerio petrino”.

El único rasgo que, además de esa petición, hizo que la celebración eucarística tuviera un toque especial fue el monumental coro de campanas que los templos de la ciudad, empezando por la propia Catedral, emitieron a la una de la tarde.

“Que Dios guarde a nuestra Papa Benedicto”, dijo mirando a lo alto del campanario una asistente a la misa, entrecerrando los ojos, quizá para recordar cuando el heredero del trono de San Pedro estuvo en León. Quizá sólo para guardarse del brillo del sol.

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