Así entró la Familia Michoacana al futbol mexicano: 'Hacíamos siete goles y nos daban el dinero'
El narcofutbol llegó hasta las instalaciones del América, donde fueron detenidos los directivos de este fugaz equipo

Así entró la Familia Michoacana al futbol mexicano: 'Hacíamos siete goles y nos daban el dinero'
Miércoles 8 de octubre de 2008. En las instalaciones del América en Coapa, en la Ciudad de México, se enfrentan la filial de las Águilas y los Mapaches de Nueva Italia, por la temporada regular de la Segunda División.

Hace un calor infernal, pero los jugadores de entre 16 y 21 años dan todo en la misma cancha que en otro horario es usada por Salvador Cabañas para ensayar sus tiros de media distancia.
A un costado del campo, en una sombra, está Wenceslao Álvarez, el dueño de la franquicia de los Mapaches.
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Gran aficionado al futbol, Wenceslao se creía seguro en Coapa. Jamás imaginó que a poco de terminar el partido, sería detenido por elementos de la Agencia Federal de Investigaciones (AFI).
Un alto mando de la Familia Michoacana en el futbol
En el mundillo de la Segunda División, se sabía ya que los Mapaches tenían dinero del narco, pero los federativos no conocían el nivel de Wenceslao. Nada más y nada menos que un alto mando de la Familia Michoacana, el grupo criminal que azotó Michoacán, Guanajuato, Jalisco y el Estado de México en la primera década de este siglo.
Wenceslao quería presumir el futbol de Nueva Italia, un poblado en el corazón de la zona más caliente de Michoacán y a donde ni los policías federales se atrevían a entrar.

Detuvieron a todo el plantel en Coapa
Por eso los agentes esperaron a que el capo se acercara a la trampa, a que acompañara a su equipo sin esperar la redada.
Los agentes de la AFI tomaron parejo. Detuvieron a jugadores, entrenadores, directivos y hasta a los utileros de los Mapaches.

Entre los futbolistas estaba un joven Ángel Sepúlveda, quien luego haría carrera en Primera División y hoy, con 30 años, es delantero del Necaxa.
“Nos detuvieron como si fuéramos narcotraficantes y sólo sabíamos de futbol”, recordó Sepúlveda hace unos meses, en entrevista con El País.
El plantel pasó varias horas en el Ministerio Público y al final, sólo siete personas quedaron detenidas, incluyendo, naturalmente, a Wenceslao Álvarez.

El paso fugaz de los Mapaches de Nueva Italia
En este caso, el paso del narco por el futbol mexicano fue fugaz.
En 2007, el capo de la Familia Michoacana consiguió el ascenso de los Mapaches desde la Tercera División.
Quizá por miedo, quizá por ignorancia, quizá por complicidad, nadie en la Federación Mexicana de Futbol le puso un alto a la franquicia y Wenceslao llegó como magnate a la Segunda.
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Rápido reforzó al equipo con chavos de otras zonas del país, firmó nuevos y jugosos contratos y hasta compró un par de autobuses Merces Benz de lujo para que sus mapaches viajaran a cada partido.

“Salíamos, marcábamos siete goles y (Wenceslao) nos daba el dinero. Siempre nos trató de maravilla”, añade Ángel Sepúlveda.
Tras los arrestos, los Mapaches fueron citados para explicar su caso en la Federación, pero nadie lo vio necesario. Simplemente dejaron morir la franquicia y fueron desafiliados tras sólo unos meses en Segunda.
Wenceslao fue acusado de tráfico de cocaína hacia Estados Unidos y el caso terminó como una mancha más para el futbol mexicano.
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NG
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