Faustino Carrera: El alma que abre más que un simple juego en los Bravos de León
‘El Güero’ tiene algo que muy pocos beisbolistas tienen: el alma peloteril. Es audaz e inteligente, pero a la vez motivador y bromista. Sabe cómo ser esa luz en medio del lúgubre ambiente.
Se toma su tiempo en el montículo. Levanta su pierna derecha y la comienza a balancear hacia fuera. Cuando roza la tierra que erige su lugar de batalla, saca la pelota de su mano izquierda y ejecuta un lanzamiento que va directo fuera de la zona para los bateadores zurdos; todo el movimiento termina con su cuerpo balanceándose totalmente hacia la derecha.
En medio del swing totalmente descompuesto de la estrella Danny Ortiz y la correcta captura de Marco Chicuate, hay un espacio de efímero júbilo que se hace presente con un grito y balanceo de manos.
Uno creería que el camino sería normal hacia el dugout visitante, pero él es diferente. Justo en la línea que divide la zona de ‘fair’ y ‘foul’, hace un pequeño salto con la pierna izquierda que representa su ‘joseo’ característico.
Sin afectar a nadie del equipo rival, se quita la gorra y agradece el cariño de sus compañeros dentro de un dugout que se percibe unido y resiliente; todo, en su mayoría, gracias a su sentido de compañerismo y generosidad.
Su nombre es Faustino Carrera, es originario de Ciudad Obregón, y después de vivir un ajetreado verano en el 2024, donde vistió la franela de tres equipos diferentes, encontró en los Bravos de León, la estabilidad que tanto deseó encontrar, tras efímeros pasos en los Toros de Tijuana y Pericos de Puebla.
Esto lo demostró aquella noche del martes 16 de julio del 2024, en el primer juego de la serie en Puebla ante los Pericos.
Acompañado de un cuadro confiable, al componerse con Henry Urrutia (1B); Eddy Díaz (2B); Emmanuel Ávila (3B) e Ítalo Motta (SS), ‘El Güero’ tiró lumbre en la Angelópolis, al registrar los siguientes números en una de sus nueve aperturas con León:
- 6.0 innings.
- 3 hits.
- 1 carrera.
- 2 bases por bola.
- 5 ponches.
Su llegada, que se dio a mediados de la temporada regular, cayó como anillo al dedo. En nueve aperturas, registró un récord de 3-1, acompañado de una efectividad de 4.40.
En 47.0 entradas de trabajo, admitió 46 hits y 26 carreras, de las cuales, tres fueron sucias. Además de permitir seis jonrones, su alma peloteril se reflejó con un vasto control que lo convirtió en el As de la rotación de los Bravos de León.
Con 15 bases por bola y 39 ponches, alcanzó la marca de los 100 abanicados en la Liga Mexicana de Beisbol (LMB), siendo esto el motivo suficiente para que la organización adquiriera su carta en totalidad, procedente de los Toros de Tijuana.
En 201 enfrentamientos con bateadores de alto cartel, Carrera demostró que su valía, va más allá de lo que haga dentro del terreno de juego.
Es un jugador que, sí o sí, debe tener una franquicia profesional.
Desde su llegada, se encargó de ser el alma de la fiesta, dentro de un dugout que navegó, en reiteradas ocasiones, en el mar de la mediocridad.
Su inconfundible voz, aunada a su también inconfundible carcajada, aminoraron un poco más un ambiente que, en su mayoría, fue tenso.
Cuando alguien pegaba jonrón o anotaba una carrera, él siempre estaba allí, a las puertas del dugout, para recibir con una palma y un grito de euforia al pelotero en turno.
No juega para el brillo propio, sino todo lo contrario: juega para el brillo colectivo, porque entiende que para sobresalir en este deporte, es muy necesario el apoyo de todos y cada uno de los que conforman la institución, desde la interna administrativa hasta la parte deportiva.
Presa de una conexión especial y única con la afición de los Bravos de León, Faustino Carrera está destinado a ser el As de la franquicia en el 2025, donde se buscará, de una vez por todas, dejar atrás ese ADN perdedor tan característico desde hace más de un lustro.
De mantenerse como el más hábil e inteligente de una golpeada rotación, podríamos estar en la previa de un rendimiento sin igual del zurdo de apenas 25 años de edad.
Ojalá que la rompa.
Calidad tiene… y de sobra.
Y, sobre todo, parece ser, que él fue hecho para vivir, transpirar y sentir a flor de piel, lo que es ponerse la casaca de los Bravos de León.
-El Dugout del Gabo.