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El deceso de noticias en la era de cárteles

Cada día, reporteros y editores del periódico El Mañana deciden qué publican y qué no para no enfadar a los cárteles que disputan el control del norte de México.

Escrito en Celaya el
El deceso de noticias  en la era de cárteles

Conforme llegaba el vencimiento en la sala de noticias de El Mañana y los reporteros se apresuraban a pulir sus historias, alguien empleado por un cártel de drogas local llamó con una demanda del jefe.

Quien llamaba era un periodista de otra publicación, conocido aquí como un enlace al cártel. Ladró la orden: publicar un artículo diciendo que el Alcalde de Matamoros no había pagado al cártel 2 millones de dólares en un mes en cuotas de protección, como la primera plana de El Mañana había afirmado.

“Quieren que digamos que no es culpable”, dijo a sus colegas el editor que tomó la llamada el pasado octubre. Intercambiaron miradas de reconocimiento mientras un reportero visitante del Washington Post miraba. El desafío conllevaba un precio.

Los enlaces son parte de un sistema de censura de cárteles impuesta a medios informativos en el noreste de México colindante con la frontera de Texas. Cómo trabaja es un secreto abierto en salas de prensa, pero no entre los lectores. No son conscientes de las decisiones de vida y muerte que los editores hacen cada día para no molestar a diferentes comandantes del cártel local, cada uno de los cuales tiene su propia filosofía de medios.

“Rendirse a las demandas del cártel es la única forma de sobrevivir”, dice Hildebrando ‘Brando’ Deandar Ayala, de 39 años, editor jefe de El Mañana, uno de los más grandes y antiguos periódicos en la región con una circulación impresa de 30 mil ejemplares. “Lo haces o mueres, y nadie quiere morir”, dijo. “Autocensura -ese es nuestro escudo”.

Los lectores se enojan cuando no obtienen las noticias que necesitan, dijo. El resentimiento contra El Mañana creció tanto hace dos años que los reporteros retiraron los logotipos de sus automóviles y dejaron de llevar su identificación en misiones.

“Los lectores a veces nos odian”, dijo Deandar. “Pero no saben los riesgos reales que atravesamos”.

Por mucho tiempo México ha sido un lugar mortal para los reporteros. Unos 88 reporteros han sido asesinados en las últimas dos décadas, de acuerdo a Artículo 19, un grupo mundial de defensa que promueve la libertad de expresión.

Con su interminable guerra contra las drogas, México es uno de los lugares más peligrosos del mundo que ha visto un alza en violencia contra periodistas.

Los riesgos han sido especialmente altos para El Mañana porque su área de circulación está limitada al oeste por el lugar de nacimiento de Los Zetas en Nuevo Laredo y al este por el Cártel del Golfo en Matamoros.

En febrero, la última vez que El Mañana desafió las reglas de censura de un cártel, un editor en su agencia de Matamoros fue arrastrado hacia afuera, metido en una camioneta y golpeado mientras sus secuestradores manejaban y lo amenazaban.

“¡La próxima vez, te mataremos!”, le gritó uno antes de empujarlo afuera del vehículo.

Cuatro periodistas de El Mañana han sido asesinados en diez años. Otros sobrevivieron a intentos de asesinato, secuestros, y ataques con armas y granadas. Deandar ha sido baleado, secuestrado, e incendiaron su casa.

Los peores ataques comenzaron en 2004, cuando un editor de Nuevo Laredo fue apuñalado hasta la muerte. Dos años después, hombres armados irrumpieron en la agencia de allá, detonaron una granada y vaciaron un arma automática, dejando paralizado a un empleado.

Luego de eso, vidrios a prueba de balas y llaves electrónicas de seguridad fueron instalados en sus tres oficinas, donde las persianas siempre están abajo.

En marzo de 2010, cuando el Cártel del Golfo venció a los Zetas por el control de Reynosa, se vengó en tres reporteros de El Mañana a quienes los Zetas habían forzado a observar una de sus ejecuciones masivas.

El cártel llamó a los tres reporteros de Reynosa y les dijo: “O vienen o los levantamos”. Se rindieron al cártel y nunca se volvió a escuchar de ellos. Sus presuntos asesinatos nunca fueron reportados por El Mañana, dijeron los editores, porque eso fue lo que demandó el comandante del Golfo. El enlace les notificó que los asesinatos eran un mensaje de una vez a los Zetas, no una táctica que el cártel pretendiera repetir contra el periódico.

Dos veces en 2012, hombres armados de Los Zetas dispararon a las oficinas de Nuevo Laredo. No mucho después, El Mañana anunció que ya no publicaría noticias de cárteles en su edición de Nuevo Laredo. En ocasiones aparecen artículos sobre el crimen en Nuevo Laredo en otras ediciones, pero sin crédito o nombres en la historia. 

Un País terrorista

 

Las tácticas de los cárteles se asemejan a aquellas que la mayoría de los norteamericanos asociarían con Al-Qaeda y el Estado Islámico. La exhibición de cadáveres degollados y cuerpos colgando de puentes son un acontecimiento regular. Cientos de jóvenes han desaparecido. Las fosas comunes son triviales.

La comparación con grupos terroristas a 11 mil 800 kilómetros de distancia frustra a los periodistas. Observan la inacabable cobertura internacional de la violencia del Medio Este sabiendo que el terrorismo justo cruzando la frontera de EU es ignorada por los norteamericanos.

La tasa de asesinatos en México en el 2014 -13 por 100 mil- es el doble que en Afganistán.

“Tenemos una guerra aquí, y estamos haciendo periodismo de guerra”, dijo Ildefonso ‘Poncho’ Ortiz, reportero para Las Crónicas De Cárteles de Breitbar, uno de los pocos medios que rastrea maniobras de cárteles. 

Los tres mayores periódicos cercanos de EU -El Heraldo de Brownsville, El Monitor en McAllen y Laredo Morning Times- prohíben a sus reporteros cruzar la frontera por trabajo porque es muy peligroso.

La corrupción generalizada incita a la violencia. Las fuerzas policiales han sido desbandadas y reemplazadas por el Ejército y la policía federal en el estado de Tamaulipas, que incluye Matamoros, Nuevo Laredo y Reynosa.

Un auto bomba mató al Alcalde de Nuevo Laredo una semana después de tomar el cargo. El nuevo Alcalde sobrevivió a una emboscada en marzo. Los cárteles instalan cámaras de vigilancia en las ciudades y emplean vigías con teléfonos celulares para observar. Oficiales de la Patrulla Fronteriza de EU regularmente son acusados de cooperar con el crimen organizado. 

‘Está en mi sangre’

 

El área de circulación de El Mañana incluye importantes ciudades fronterizas de EU; sus ediciones en línea son leídas en lugares tan al norte como San Antonio y Houston.

Es la tercera generación de una empresa familiar, fundada en 1924 como una voz contra el establecimiento. Durante 91 años, sus formidables enemigos fueron políticos corruptos.

El periódico ahora mantiene una relación de trabajo con los gobiernos, como evidencia la publicidad que recibe. Negar los dólares en publicidad del Estado es el martillo usado contra medios informativos cuyas investigaciones molestan al status quo.

“Cuando no son los políticos quienes están contra nosotros, son los narcotraficantes”, dijo Heriberto Deandar, de 78 años de edad, copropietario de El Mañana con su hermano, el padre de Brando. “El que no está asustado no tiene valor”.

Brando fue criado en Reynosa pero se mudó a McAllen en 2007 por seguridad. Viaja para trabajar. Al preguntársele por qué no encuentra un trabajo más seguro, simplemente dijo: “Está en mi sangre. No puedo irme”.

Durante una visita reciente al pueblo, la atmósfera misteriosa era ineludible. Los bulevares de Reynosa estaban vacíos. Soldados fuertemente armados patrullaban con máscaras negras para proteger sus identidades de los cárteles resentidos por la ocupación de dos años del Ejército.

Helicópteros militares gritaban arriba llamando a tiroteos o a cazar sospechosos. En el crepúsculo, cientos de automóviles fluían a través del puente internacional a McAllen, Texas, a donde un número creciente de mexicanos acomodados ha trasladado a sus familias.

La facción de Los Metros del Cártel del Golfo controla la vida civil y todo el contrabando -drogas, esclavos sexuales, tráfico de inmigrantes, combustible, vehículos robados- hacia o en su paso por Reynosa. Su comandante, cuyos padres son de Reynosa, tiene un punto de vista más liberal de los medios informativos que sus contrapartes en las otras dos ciudades. También parece preocuparse por su imagen, como evidencian las narcomantas que aparecieron en puentes de la ciudad en noviembre.

“Esto es para dejar en claro que soy un narcotraficante, no un terrorista, como ustedes han estado diciendo en los medios”, declaró en la manta del tamaño de una sábana, escrita a mano. “Investiguen y revisen sus hechos. El crimen se ha reducido desde que tomé el cargo”.

En Matamoros, sin embargo, el comandante de la facción Ciclones del cártel no tolera ningún tipo de cobertura. En Nuevo Laredo, Los Zetas tienen comandantes de finanzas, asesinatos, logística, vehículos robados y combustible, armas, prostitución, tráfico de inmigrantes -y de medios informativos.

El director de medios informativos de Los Zetas, un hombre pulcro de treinta y tantos años de edad, descrito por una persona como un “tipo muy amigable”, telefonea a los enlaces y ronda a los reporteros cada día para decirles qué historias quiere el cártel publicadas o censuradas. Un día es una historia crítica de los nuevos límites gubernamentales a automóviles importados; el siguiente es una fiesta de cumpleaños en las páginas de sociales presentando a la hija del jefe del cártel. Algunas veces el director de medios provee fotografías y video para un artículo.

Los reporteros han aprendido a consultarlo en casi todo. Incluso para un choque automovilístico. “Tienes que llamar para asegurarte de que puedes escribir de ello”, dijo un periodista, porque tal vez no se trate de un accidente sino de un homicidio vehicular organizado por el cártel.

La cobertura crítica de políticos del gobierno local también está prohibida.

Por su propia seguridad, el director de medios cambia a menudo de teléfonos celulares, pero su avatar en línea siempre es el mismo: un conejo.

Las distintas filosofías de medios de los tres comandantes de cárteles fuerzan a El Mañana a producir tres ediciones distintas. “Si quieres saber qué está sucediendo en Nuevo Laredo o Matamoros, lees El Mañana de Reynosa”, dijo Deandar.

Por ejemplo, cuando tropas mexicanas capturaron en octubre al líder de la facción de Matamoros, conocido como “Ciclón 7”, El Mañana no publicó al respecto en su edición de Matamoros. Pero en Reynosa y Nuevo Laredo fue titular. Ya sin Ciclón 7, dijo Deandar, “estamos esperando a ver quién será el siguiente jefe, para saber las reglas”.

Hora de irse

 

Luego de escuchar las demandas del enlace para exonerar al corrupto alcalde de Matamoros, el editor de turno se frotó la cabeza tratando de contenerse.

“Primero nos dicen qué no publicar, ¡ahora nos están diciendo qué publicar!”, gritó.

Le marcó al editor en Matamoros que había transmitido a Reynosa el mensaje del enlace y puso el teléfono en modo de altavoz.

Los enlaces pasan instrucciones vía llamadas telefónicas, mensajes de texto, apps y en reuniones personales. A menudo comunican demandas del cártel a reporteros del crimen que aparecen en la escena.

En ocasiones un miembro del cártel tropieza con reporteros del crimen en la escena.

“Dicen: ‘¡Lárgate de aquí! ¡Vamos a matarte!’. Y tenemos que irnos”, dijo un reportero.

Luego de tres minutos de conversación con el editor de Matamoros, el editor jefe comenzó a alzar la voz. “¡Dame su nombre y su número!”, gritó. “¡Y dile que no vas a tomar más mensajes! ¡No más! Dile que si tomas un mensaje más, ¡te despido!”.

Colgó, agitó el trozo de papel con el nombre y número telefónico del enlace y luego se puso de pie. Estaba oscureciendo. Hora de irse a una ciudad más segura.

La historia que molestó al cártel era una entrevista con la nueva alcaldesa de Matamoros, Leticia Salazar, activista anticorrupción. La entrevista fue llevada a cabo por el periódico nacional Excélsior. En ella, acusó a su predecesor de pagar al Cártel del Golfo más de 2 millones de dólares al mes de fondos de obras públicas y cuotas de remolque.

El Mañana se sintió seguro publicando la entrevista en todas las ediciones porque parecía una historia de corrupción política, no una sobre el cártel. 

La demanda del cártel que siguió era entrevistar al ex alcalde citándolo decir que era inocente de todas las acusaciones. 

Conforme abandonaba el edificio, el editor en funciones dijo que planeaba llamar al ex alcalde camino a casa. Mientras aceleraba por las carreteras secundarias de Reynosa, llamó al ex alcalde, quien dijo que no había solicitado una entrevista y no sabía que el cártel había demandado una en su nombre.

 “Si quiere una entrevista, podemos hacerla en su oficina o por teléfono”, dijo el editor. Si es en la oficina, “necesitaremos una foto de la entrevista; si es por teléfono, tendremos que grabarla. De cualquier modo, necesitamos mostrar que fue real”, no algo inventado por el cártel. No la publicaremos de inmediato, agregó, para que el cártel no piense que puede decirnos qué publicar.

La entrevista apareció tres días después, en todas las ediciones. Pero no hubo crédito, ni siquiera en la edición de Reynosa. En su lugar, se lee simplemente: El Mañana/Redacción.

Traducción: Jéssica de la  Portilla Montaño.

 
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