En las comunidades de Celaya la gente pone en riesgo su vida por una consulta. Duerme en el piso durante la madrugada, aguanta temperaturas debajo de los cinco grados y espera hasta 18 horas en la calle.
Es martes, son las 6:10 de la mañana y en el Centro de Salud de El Becerro una mujer envuelta en una cobija está tirada en el piso. Esta mujer no es una indigente, por eso no sabe que además de la cobija, requiere de plástico y cartones.
Está ahí aguardando que a su madre diabética por fin le toque la consulta que busca hace semanas y le den su medicamento que ni pagando ha encontrado: metformina.
Junto a ella una mujer relata que deben llegar desde las 4 de la mañana para alcanzar una consulta. De lo contrario, al día siguiente regresarán al frío y la calle.
“Toda la semana pasada no alcanzamos ficha, mi mamá es diabética y necesita su medicamento por eso estamos aquí”, relata la mujer que se trasladó desde la colonia Patria Nueva.
A la distancia, en San Nicolás de Esquiros, la dificultad es mayor. Acceder a una consulta en el Centro de Salud equivale a llegar a hacer fila desde las 2 de la tarde, para que al siguiente día, a las 8 de la mañana, les toque la ficha que les permita estar frente al médico.
Aunque en ese lugar no siempre hay un doctor porque en realidad les mandan un pasante que al cabo de un año debe retirarse.
Ahí además atienden a la gente de otras comunidades como Trespuentes, Presa Blanca y San Antonio Espinoza.
“Ahorita el doctor está de vacaciones por eso no hay gente. Luego unos aquí se quedan desde las 2 de la tarde para al otro día salir temprano de la consulta. El doctor a veces se queda hasta las 9 ó 10 de la noche y cuando sale luego dice: ¿esta gente qué hace aquí a estas horas?, pero ya sabemos que desde un día antes están esperando consulta”, comentó el vigilante que advierte a las personas que por una semana no habrá médico.
Las historias se repiten en otros Centros de Salud como el de Roque, sólo que ahí la gente debe llegar antes de las 5 de mañana porque a esa hora les entregan las fichas.
Eso los obliga a salir de sus casas como puedan, a veces a pie entre la oscuridad y el temor a ser asaltados; a veces pagando el dinero que no tienen para que algún vecino los lleve en su vehículo.
Eso contó una mujer que pagó 100 pesos para que la trasladaran de la comunidad de Gasca a Roque; el precio no incluyó el retorno.
Hace días trabajó en la plantación de cebolla para pagar los 150 pesos que costó el estudio de laboratorio que le realizaron a su nuera embarazada, que debía acudir a consulta desde marzo.
Ya no buscó los estudios en el Centro de Salud de Jiménez; eso la hubiera obligado a esperar otro mes y levantarse a las 3 de la mañana.

Por Arlett Cardenas

Escrito en Opinión el 24/6/2013 · 00:00