Historia 014
Esta es la historia 014 de 450 que te contaremos sobre León
En 1870, León soñó con independizarse de Guanajuato para formar su propio estado.
La idea surgió entre integrantes del cabildo leonés con intereses familiares y comerciales en León y en los Altos de Jalisco, quienes convencieron a otros ocho municipios vecinos de unirse.
La nueva entidad llevaría el nombre de Estado del Centro y estaría integrada por León, San Felipe, Purísima, San Francisco del Rincón, Lagos, San Juan de los Lagos, Unión de San Antonio, San Juan de Ocampo (hoy conocido solo como Ocampo) y San Pedro Piedra Gorda (actualmente Manuel Doblado).
El Estado del Centro tendría una población de 249 mil 333 habitantes, y León sería la capital. Así lo documentó la doctora en Historia Moderna y Contemporánea, Evelin Mares Centeno, en su investigación “El proyecto de creación del Estado del Centro, 1870”.
El proyecto era seductor para los municipios: dejar de ser orilla y convertirse en centro. Salir del abandono de los gobiernos de Guanajuato y Jalisco, que no daban abasto para atender tantos pueblos.
En un estado pequeño, con León como capital, se prometía un gobierno más cercano, justicia más rápida, mejor seguridad e impulso al comercio, a la minería y a la agricultura. Soñaban incluso con una universidad propia, para no depender de la Ciudad de México o Guadalajara.
Constitución de 1857
La Constitución de 1857 permitía crear nuevos estados siempre que se cumplieran algunas condiciones: tener al menos 80 mil habitantes, generar los recursos suficientes para sostener su propia administración y contar con la aprobación del Congreso y de las legislaturas estatales afectadas.
Los municipios involucrados en el proyecto cumplían con las dos primeras condiciones. Juntos sumaban casi 250 mil habitantes, tres veces lo exigido por la Constitución, y contaban con una economía sólida.
Los ayuntamientos enviaron actas y firmas apoyando la separación de sus respectivos estados. En pueblos, congregaciones y haciendas, los vecinos se reunían para firmar los documentos que declaraban su deseo de integrarse al nuevo estado.
Encienden las alarmas
Pero la fuerza del proyecto encendió las alarmas en las capitales. Para Guanajuato, perder a León significaba desprenderse de su ciudad más poblada y de casi una cuarta parte de su población. Para Jalisco, la separación de Lagos y otros municipios implicaba renunciar a una región estratégica, tanto económica como militarmente.
Ahí intervino un personaje clave: el gobernador de Guanajuato, Florencio Antillón. Militar experimentado, político hábil y bien conectado, armó una estrategia para impedir la formación del nuevo estado.
Antillón entendió que el enfrentamiento no debía darse solo en los escritorios del Congreso, sino en varios frentes para echar abajo la creación del Estado del Centro.
Emprendió una gira política junto con varios emisarios para visitar personalmente los ayuntamientos separatistas; convocó reuniones con autoridades y “vecinos principales”, y promovió escritos contra la iniciativa.
Frenan el proyecto de independencia
Tras sus visitas a Piedra Gorda, San Francisco del Rincón y Purísima del Rincón, los ayuntamientos que habían solicitado su separación de Guanajuato comenzaron a retractarse.
Parte de su estrategia fue tejer alianzas. Alertó al gobernador de Jalisco, Antonio Gómez Cuervo, sobre la iniciativa de los políticos leoneses y le pidió unir fuerzas para frenarlos. En el Congreso, buscó que los diputados de Guanajuato bloquearan el proyecto.
Logró que se cuestionara la validez de las actas de adhesión, se alargó la discusión legislativa y la clase política nacional comenzó a ver con recelo la facilidad con la que podían surgir nuevos estados.
El triunfo de Antillón fue contundente: el Estado del Centro nunca se erigió. En el mapa, todo quedó igual. La presión política de Guanajuato y Jalisco fue más fuerte.
León no se convirtió en la capital de una nueva entidad y el intento sirvió como uno de los argumentos para endurecer las reglas constitucionales y hacer más difícil la creación de nuevos estados.
Al final, la iniciativa que en el papel era impecable, en el terreno perdió la guerra.
DAR
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