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‘El León va a la guerra’ (Mensaje para colegas médicos)

Existen colegas que son verdaderas lumbreras, pero si la soberbia apremia en su comportamiento, no solamente afectará a otros profesionales de la salud, sino que puede generar consecuencias incluso fatales para sus pacientes.

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‘El León va a la guerra’ (Mensaje para colegas médicos)

Una fábula clásica nos cuenta que el león, rey de la selva, se decidió a lanzar un ataque contra un enemigo muy poderoso. Para lograrlo, convocó a su consejo de guerra y envió emisarios para todas las criaturas del bosque, advirtiéndoles que debían estar preparados para la batalla. De inmediato, cada uno de los animales ofreció su ayuda según sus habilidades: los enormes elefantes transportarían provisiones y equipo pesado, el oso atemorizaría y cargaría con el estandarte, el zorro emplearía su inteligencia para la diplomacia y el mono, con sus trucos, distraería al enemigo.  

Sin embargo, un cortesano hizo la sugerencia de que debían expulsarse a los burros por ser torpes y a los conejos por ser cobardes, a lo cual el león, con su sabiduría, le respondió “cada uno tiene un papel que cumplir: el burro con su rebuzno será nuestra trompeta de alarma y la liebre, con su velocidad, será nuestra mejor mensajera”.  

Así, con este pequeño relato, Jean de La Fontaine nos explica que un ejército (o un equipo) bien dirigido y organizado, integra a cada uno de sus elementos realzando su talento y valor.

Ahora bien, esta fábula puede aplicarse de buena manera a la situación de multitud de médicos que, por soberbia o desconocimiento, se niegan a colaborar con otros servicios a los cuales consideran inferiores o menos importantes o faltan a su responsabilidad de cumplir tareas clínico – administrativas, menospreciándolas y considerándolas intrascendentes. “Que se haga cargo el interconsultante”, “yo ya terminé de operar, esto ya no es mi problema”, “no tengo porqué llenar una solicitud para el banco de sangre y anticipar requerimientos para mi cirugía programada, eso es problema de ellos”, “la nota e indicaciones que las haga el interno”, “los consentimientos no son asunto mío”, “aquí el que sabe y manda soy yo” y otras frases más, son comunes en el ambiente hospitalario y no distinguen entre el rubro público ni privado.

En el ámbito asistencial, cada área (médicos, enfermería, laboratorio, banco de sangre, imagenología, farmacia y el resto de los colaboradores) juegan un papel fundamental en la calidad de la atención del paciente y de igual manera, las tareas de administración clínica (notas, expedientes, solicitudes, registros y consentimientos) son fundamentales para la trazabilidad y seguridad de los servicios médicos. Un clínico que se niega a integrarse a esta red está ignorando el hecho de que el sistema de salud es un engranaje donde cada pieza es fundamental para lograr un buen resultado final, el cual es recuperar la salud o mejorar las condiciones de vida de los pacientes y usuarios.  

Por eso, hay que ser contundentes: un médico que se rehúsa a cumplir con sus responsabilidades administrativas y es reacio a colaborar en equipo, pone en riesgo la seguridad de los pacientes y la calidad del servicio, aun siendo excepcional en sus habilidades clínicas, científicas y técnicas.

Es notorio que a paso acelerado se va perdiendo la noción de la importancia del trabajo colaborativo en medicina, pues no es una disciplina individualista, sino que requiere de coordinación y comunicación constante. De igual manera, se ignora que los procesos administrativos tienen impacto clínico directo, pues al no llenar una solicitud de transfusión, no hacer una nota preoperatoria o no solicitar estudios para una programación quirúrgica, se puede derivar en errores, demoras o complicaciones médicas evitables. Sí, la burocracia puede ser engorrosa, pero existe justo por razones de seguridad, trazabilidad y calidad.

Faltar al respeto, menospreciar y considerar como inferiores a otros servicios, colegas, procesos y reglas, demuestra una falta de ética grave, pues no se actúa con responsabilidad y profesionalismo en todos los aspectos del trabajo asistencial médico. Si un galeno considera que el resto del equipo de salud está por debajo de su nivel o le representa una carga innecesaria, está perdiendo de vista su verdadero rol: garantizar el bienestar del paciente.  

En efecto, existen colegas que son verdaderas lumbreras, pero si la soberbia apremia en su comportamiento, no solamente afectará a otros profesionales de la salud, sino que puede generar consecuencias incluso fatales para sus pacientes. Los médicos habremos de recordar que la medicina es un esfuerzo colectivo y quienes no logran entenderlo, ponen en riesgo la integridad y confianza en los sistemas de salud. Si esos médicos (leones potentes según la alegoría), no se integran y respetan al resto de colaboradores, les garantizo, perderán la guerra.

Médico Patólogo Clínico. Especialista en Medicina de Laboratorio y Medicina Transfusional, profesor universitario y promotor de la donación voluntaria de sangre.

RAA

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