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Desabasto: no son solamente medicinas…

Es innegable que la falta de acceso a tratamientos es gravísima, pero no tener acceso a diagnóstico es aún más crítico en muchos casos, ya que este es el primer paso de todo proceso médico, pues es el que permite definir un tratamiento, pronóstico y monitoreo efectivos

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Desabasto: no son solamente medicinas…

Hoy en día, resuena con fuerza la crisis provocada por la cancelación de licitaciones para compras consolidadas de medicamentos en México, atribuible a sobrecostos y adjudicaciones carentes de transparencia. Esto ha provocado desabasto de multitud de fármacos, con impacto directo en los pacientes, haciéndose evidentes las fallas en la gestión y coordinación del sistema de salud mexicano.

Ahora bien, no son solamente medicamentos, pues al analizar la documentación y las claves afectadas por estos procesos trastocados, hay multitud de materiales, reactivos, dispositivos e insumos que son imprescindibles para una parte fundamental de la atención de los pacientes: el diagnóstico clínico. Pasando por tubos para muestras de laboratorio, reactivos para pruebas bioquímicas, agujas, bolsas para colección de sangre, material para radiodiagnóstico, biopsias o insumos para pruebas clínicas de mayor complejidad, es notorio que la capacidad diagnóstica del sector público afectado se verá mermada de manera sustantiva.

Es innegable que la falta de acceso a tratamientos es gravísima, pero no tener acceso a diagnóstico es aún más crítico en muchos casos, ya que este es el primer paso de todo proceso médico, pues es el que permite definir un tratamiento, pronóstico y monitoreo efectivos. Sin diagnóstico, los médicos trabajan a ciegas, lo que conduce a errores, tratamientos inadecuados o daños directos a los pacientes. De igual manera, sin diagnóstico se retrasan o quedan impedidas decisiones clave, por ejemplo, en enfermedades agudas como infecciones, infartos o trauma, donde cada minuto cuenta, y sin pruebas diagnósticas se pierde tiempo vital. En el caso de padecimientos crónicos, como pueden ser la diabetes, el VIH o el cáncer, un diagnóstico tardío significa el inicio del tratamiento en etapas avanzadas, reduciendo su eficacia y aumentando los costos.

En el caso de enfermedades transmisibles (que son el pan de cada día y amenaza latente en nuestro país), sin herramientas diagnósticas no hay control de brotes ni vigilancia epidemiológica adecuada, con la pérdida de detección de comorbilidades o factores de riesgo que podrían haberse intervenido a tiempo.

La escasez de insumos ha llevado a la suspensión de servicios de diagnóstico en hospitales públicos, obligando a los pacientes a recurrir a centros privados para realizar estudios clínicos. Esto representa una carga económica adicional para muchas familias y puede retrasar diagnósticos y tratamientos necesarios, pues se cancelan citas, cirugías u otros procedimientos por la falta de información diagnóstica pertinente.

La falta de diagnóstico oportuno, en especial si se genera por causas como la incompetencia administrativa o la corrupción, es una violación grave con impacto legal, ético y social de gran calado. Perpetúa la inequidad en salud y afecta en especial a los más vulnerables, pues no se ofrece siquiera un punto de partida para su atención.

En efecto, la falta de medicamentos es resonante en la palestra pública, pero no olvidemos que la limitación diagnóstica es como apagar la luz en una emergencia: todo lo demás, incluso bien intencionado, queda a merced de la incertidumbre. Queda dar seguimiento a este tema y, como ciudadanos, debemos exigir las acciones coordinadas para dar garantía de suministro adecuado y oportuno de estos recursos esenciales. Es tiempo.

Médico Patólogo Clínico. Especialista en Medicina de Laboratorio y Medicina Transfusional, profesor universitario y promotor de la donación voluntaria de sangre.

 

RAA

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