No hay manera
Bien dijo Jorge Emilio Guajardo, ex embajador de México, “no hay manera de competir con China”. A esa conclusión llegan nuestros industriales del calzado después de visitar la feria de Cantón.
Bien dijo Jorge Emilio Guajardo, exembajador de México, “no hay manera de competir con China”. A esa conclusión llegan nuestros industriales del calzado después de visitar la feria de Cantón. Los precios de los tenis están en 2.9 dólares, unos 58 pesos. Aún con impuestos, aranceles y cuotas compensatorias, resulta imposible producir en México con nuestros costos.
“Ni siquiera podemos cubrir los materiales a ese precio”, dicen los fabricantes. La invasión de calzado asiático no tendrá fin mientras la Secretaría de Comercio no defina una política industrial de protección al empleo nacional.
Brasil da toda la protección a su industria y produce más de 865 millones de pares al año, unas cuatro veces lo que producimos aquí. Es cierto que con altos aranceles pierde competitividad y los brasileños pagan un poco más por sus zapatos. La ventaja es que mantienen una planta productiva y moderna, donde la industria compite en lo interno protegida por un dique que evita las inundaciones de productos asiáticos.
El modelo es simple: no hay porcentajes ni contrabando; no hay métodos complicados para tasar los aranceles a diferentes productos. Lo mismo pagaba un par de zapatos italianos, que uno de china marca “patito”. Con 12.4 dólares por par, los brasileños pudieron producir en paz. Si los chinos mandaban tenis en 60 pesos, tenían que aumentar 230 pesos de impuesto. Según un “boletín especial” de septiembre del 2024, el pasado 30 de marzo el gobierno brasileño quitó la cuota compensatoria. Así les va a ir a menos que pongan cuotas máximas de volumen de importación. Lo veremos.
En México, los aranceles y cuotas compensatorias son a partir del 35%. El problema es que los productores chinos le dicen a los importadores mexicanos que “les envían el producto” desde el país que les guste: Vietnam, Camboya, Myanmar. Además, el gobierno les entrega un 30% de bono (rebate) a sus exportaciones. Puro “dumping”.
El remedio para que Guanajuato no pierda decenas de miles de empleos, en una época difícil, es la cuota compensatoria. Que el calzado pague un impuesto venga de donde venga, para rescatar a la industria nacional. Incluso podríamos reconstruir y desarrollar la cadena piel-calzado para exportar a Estados Unidos, en el momento que se concrete el bloque “Norteamérica”, un nuevo acuerdo indispensable que llegará para mejorar la competitividad de México, Estados Unidos y Canadá.
Una industria descapitalizada y abatida por el tsunami de calzado oriental puede sucumbir en cuestión de meses, no de años. El calzado en León da empleo a más de 50 mil trabajadores, mejor remunerado que la base laboral de las plantas armadoras de autos, debido a su especialización y la carga del trabajo. Es cierto, la informalidad también prevalece: es defensa de algunos industriales para sobrevivir.
El sueño de México sería tener más fabricación de alto valor como las botas vaqueras de altísima calidad. Sin embargo, es probable que los chinos pronto produzcan botas con piel exótica artificial o fabriquen calzado tan fino y durable como el Bally, Prada, Gucci o Ferragamo. Después del pleito con Estados Unidos, los fabricantes chinos de bolsas para mujer mostraron cómo un bolso Hermes lo pueden producir a la veinteava parte de su precio.
Son tiempos de urgencia. Gobierno e industriales de Guanajuato deben luchar por el futuro y el empleo. Hay mil razones para estar unidos y ninguna para pelear. (Continuará)
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