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Las tres caras del "dragón"

Luciendo en todo su esplendor como gran ciudad, Shanghai es la cara urbana de un país con tradiciones milenarias.

Escrito en Opinión el

El primer vistazo al panorama urbano causa contradicciones. Uno sabe que está en China, pero la huella occidental es tan marcada que en algunos sitios la sensación de estar por las calles neoyorquinas o por un pequeño poblado francés se apodera del visitante.
Tantas facetas de una misma urbe funcionan, en algunos viajeros, como motivo para lanzarse a conocer las entrañas del “dragón” (como se le suele llamar a Shanghai) o como inhibidor, debido a que se tiene la sensación de estar explorando un rostro de China que no sabe a tradición milenaria.
Ahí radica el encanto de ésta, la capital económica China: es una danza de tres estilos, de tres épocas y de tres personalidades distintas.
La ciudad, dividida por el río Huangpu, brilla con la luz del sol reflejándose en las fachadas de los rascacielos del distrito financiero, pero también se tiene la certeza de que en algún barrio se encuentra la tradicional ciudad vieja al estilo chino y los rincones de personalidad colonial, con aires europeos.
La Shanghai cosmopolita obliga a alzar la mirada para ver la punta de aquellos edificios que parecen rasguñar el cielo; los tintes coloniales de ciertos barrios cuentan la historia de los europeos que llegaron en 1842, después de la llamada Guerra del Opio, cuando Shanghai dio cabida a los poderes políticos de ingleses, franceses, alemanes y estadounidenses, entre otros; y en el casco viejo late el corazón de la China que ha estado desde siempre.
La forma infalible de “montar” a este dragón se ofrece desde el aeropuerto y también brinda la posibilidad de experimentar el rostro más vanguardista de la ciudad.
El tren Maglev se define como el medio de transporte más veloz, después del avión.
Cruzar 30 kilómetros desde el aeropuerto hasta el distrito financiero de Pudong en sólo ocho minutos se logra gracias a la levitación magnética de este tren de fabricación alemana, que alcanza velocidades de un poco más de 430 kilómetros por hora.
Con la misma faceta de modernismo y fuerza económica se presenta el Bund, un paseo a la orilla del río de Huangpu. Este sitio ofrece el ángulo más conocido de la ciudad: el horizonte urbano de los rascacielos de Pudong.
Es la típica postal representante del apogeo económico de esta ciudad de 20 millones de habitantes, en la que destaca la torre de televisión Perla de Oriente, de 457 metros de altura.
Para dominar el rostro vanguardista de la ciudad, muchos deciden subir al mirador de la Perla de Oriente, pero tal vez sea mejor idea tomar un té en la Torre Jin Mao, de 420 metros de altura y cuyo nombre se traduce como el Edificio Dorado de la Prosperidad.
El rascacielos de 88 plantas se ubica en el barrio de Lujiazui, también en el distrito de Pudong, y es sede del hotel Grand Hyatt Shanghai.
Durante algún tiempo, éste fue conocido como el edificio más alto de China hasta que en 2007 fue construido el Shanghai World Financial Center, de 494 metros de altura.
Cuando el visitante logra liberarse de la competencia de alturas entre edificios, es tiempo de caer en la seducción de su otra personalidad, la de herencia europea que se encuentra en esta misma zona.
Más allá de los rascacielos
Al sur del Bund, se localiza una franja que corre a lo largo del río Huangpu y presume su esencia occidental con antiguas villas y callejones estrechos y empedrados de estilo francés donde se encuentran cafés, bistrós y boutiques de moda y decoración de interiores.
Lo que ahora se conoce como las calles de Jinling Dong Lu y Dong Shan Dong fue parte la concesión francesa de Shanghai, que nació de las negociaciones de relaciones exteriores entre los dos países desde 1849 hasta principios de 1940. 
Durante todo este tiempo el área que abrazaba la antigua concesión francesa se convirtió en el primer distrito residencial y comercial de Shanghai, y en el centro del catolicismo.
A pesar de que todo alrededor son edificios modernos que enaltecen la personalidad económica de la ciudad, esta zona conserva su carácter colonial, con numerosas mansiones y edificios de departamentos que desde la década de los 90’s se han convertido en centros nocturnos, bares y restaurantes.
A unos dos kilómetros al este del Bund y de la franja de colonial se encuentra el tercer, y más auténtico, rostro del dragón, el casco viejo, de arquitectura tradicional china.
En esta zona se encuentra también el templo del Dios de la Ciudad, un recinto taoísta de arquitectura china, el mercado y el jardín tradicional Yuyuan de estilo laberíntico, bazares de artesanías locales y peculiares mercados de animales vivos.
En las épocas de las concesiones, los extranjeros no tenían permitido residir en el llamado casco antiguo, una zona dentro de la ciudad amurallada que hoy se encuentra en las calles Zhonghua y Renmin y es tan turística que se ven más extranjeros que chinos paseando por ahí.
El secreto, como siempre, es salir del paseo tradicional y perderse entre las calles en busca de la vieja Shanghai, de la que todavía quedan rastros en la muralla sobre la calle Dajing Ge Lu, el viejo puente de Jia Qi Qiao y la Torre Dajing.
Desde las azoteas de los edificios tradicionales se puede ver la esencia completa de la ciudad: los jardines, las torres y los templos antiguos, las casonas coloniales a lo lejos y toda la ciudad envuelta por la modernidad de los rascacielos.

Guía práctica

Cómo llegar
Nuestra experiencia. Llegamos a Shanghai a bordo del crucero Silver Shadow de la naviera Silversea, en un recorrido de dos semanas por Japón, Corea del Sur y China. La tarifa por persona cuesta desde 8 mil dólares (casi 105 mil pesos, sin contar los pasajes aéreos).

Dónde dormir
Si no viajas en crucero, te puedes hospedar en el Grand Hyatt Shanghai que ofrece una vista espectacular. El costo de las habitaciones va de 250 a 530 dólares la noche.

Qué comer
Mariscos y pescados en diferentes presentaciones, empanadas al vapor, tallarines y pasteles de cangrejo, todo acompañado de vino de arroz.

Qué comprar
Prendas de delicada seda, joyería hecha con jade y obras artísticas de caligrafía. En la iluminada y bulliciosa Nanjing Road se pueden adquirir artículos de marcas locales e internacionales.

Trámites migratorios
Los mexicanos requieren visa de turista; cuesta desde 730 pesos por una entrada. El pasaporte debe tener vigencia por mínimo seis meses y contar con dos hojas consecutivas libres de sellos.

Moneda
Un yuan equivale a dos pesos mexicanos, aproximadamente.

Más información
mx.china-embassy.org/esp
www.shanghai.grand.hyatt.com/en/hotel/home.html
www.silversea.com/spanish

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