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Trafican palestinos la receta secreta

Un servicio de comida rápida transporta el alimento del coronel Sanders por medio de los túneles construidos para traficar con armas y droga.

Escrito en Opinión el

Las papas fritas llegan pastosas, el pollo perdió hace mucho su capa crujiente. Una cubeta de 12 piezas cuesta aproximadamente 27 dólares aquí; más del doble de los 11.50 dólares que cuesta justo al otro lado de la frontera, en Egipto.
Y para entrega de comida rápida, es cualquier cosa menos rápida: se necesitaron cuatro horas para que las comidas de KFC llegaran aquí en una tarde reciente desde una franquicia donde fueron cocinadas en El Arish, Egipto, en una travesía que implicó dos taxis, una frontera internacional, un túnel de contrabando y un joven empresario coordinando todo desde un pequeño local aquí llamado Yamama, que en árabe significa “paloma”.
“Es nuestro derecho disfrutar de ese sabor que gente de todo el mundo disfruta”, dijo el empresario Jalil Efrangi, de 31 años, quien lanzó Yamama hace unos cuantos años con una flota de motocicletas que transportaba comida de restaurantes de Gaza, el primer servicio de entrega de ese tipo aquí.
En esta franja costera de 225 kilómetros cuadrados y 1.7 millones de palestinos, no hay franquicias de comida rápida de nombres conocidos. Además, la entrada y salida de bienes y personas sigue restringida y la tasas de desempleo ronda en aproximadamente 32%.
El paso a Egipto a través del cruce de Rafá está limitado a aproximadamente 800 personas al día, en tanto hombres de 16 a 40 años requieren de autorización especial. El viaje a través del cruce de Erez al interior de Israel requiere de un permiso y generalmente se concede sólo para pacientes médicos, empresarios y empleados de organizaciones internacionales.
Los palestinos generalmente se refieren a Gaza como si estuviera bajo asedio o bloqueo de Israel, al tiempo que el aislamiento del mundo está entre las quejas más comunes de la población local. Eso puede dar origen a un intenso anhelo de lo que personas ajenas a Gaza ven como mundano u ordinario.
“Las irregulares circunstancias en Gaza generan una forma de pensar irregular”, explicó Fadel Abu Heen, catedrático de Psicología en la Universidad Al Aqsa en Ciudad de Gaza.“Ellos piensan en cualquier cosa que hay justo detrás de la frontera, exactamente como el prisionero piensa en cualquier cosa más allá de las barras”.
Abu Heen notó que cuando Hamas, el grupo de militantes islamistas que controla la Franja de Gaza, violó la frontera con Egipto en 2008, durante la cúspide del asedio israelí, miles de habitantes de Gaza inundaron El Arish y compraron no sólo medicina y productos básicos sino también cigarrillos, golosinas y cosas que no necesitaban, sólo para demostrar que habían logrado traer algo del exterior.
Romper el bloqueo, de vez en cuando, es visto como parte de resistirse al enemigo israelí, dándoles una sensación de poder y control a personas de la localidad, incluso si viene en la forma de pollo frito.
Incluso al tiempo que Israel ha relajado las restricciones sobre las importaciones en los últimos años. Cientos de túneles ilegales han florecido en Rafá.
Armas y personas son contrabandeadas en la clandestinidad, pero también automóviles de lujo, materiales de construcción y bienes del consumidor como iPads e iPhones. Y ahora, KFC.
Anteriormente llamada Kentucky Fried Chicken, una franquicia de KFC abrió en Al Arish, justo sobre la frontera sur de Gaza, en 2011, y en la ciudad de Ramala, en Cisjordania, el año pasado. Eso, a la par de ubicuos anuncios de televisión para KFC y otros favoritos de la comida rápida, les ha dado a los habitantes de Gaza un fuerte deseo de la receta secreta del coronel Sanders.
Así que después de que Efrangi trajera un poco de KFC de El Arish para sus amigos el mes pasado, fue inundado con pedidos. Nació un nuevo negocio.
“Acepté este desafío para demostrar que los habitantes de Gaza pueden ser adaptables y resistentes pese a las restricciones”, dijo Efrangi. En las últimas semanas, Efrangi ha coordinado cuatro entregas que totalizaron aproximadamente 100 comidas, ganando aproximadamente 6 dólares por comida.
Promueve el servicio en la páginas de Yamama en Facebook, y cada vez que hay una masa crítica de pedidos -normalmente 30-, él lanza un complicado proceso de telefonemas, transferencias electrónicas y coordinación con el Gobierno de Hamas para traer el pollo de allá hasta acá.
El otro día, después de que Efrangi pidió 15 órdenes y transfirió el pago al restaurante en El Arish, un chofer de taxi egipcio recogió la comida. Del otro lado de la frontera, Ramzi al-Nabih, chofer palestino, llegó al retén de Hamas en Rafá, donde los guardias lo reconocieron como “el tipo de Kentucky”.
Desde el retén, Nabih, de 26 años, llamó a su homólogo egipcio y le informó cuál de las veintenas de túneles había despejado el oficial de Hamas para la entrega de comida.
Primero, él esperó cerca de la boca del túnel, pero después de un rato fue bajado en un elevador aproximadamente nueve metros bajo tierra y caminó la mitad de una senda de 200 metros para reunirse con dos niños egipcios que estaban empujando las cajas y cubos de comida, envuelta en plástico, en un carrito.
Nabih les dio a los niños aproximadamente 16.50 dólares y discutió con ellos durante unos cuantos minutos en torno a una propina. Media hora más tarde, la comida fue cargada al maletero y en el asiento trasero de su taxi Hyundai, con rumbo a Ciudad de Gaza.
De vuelta en Yamama, Efrangi acomodó las comidas para que sus motociclistas entreguen a la puerta de clientes. Dijo que limitaba el menú a piezas de pollo, papas fritas, ensalada de col y pastel de manzana porque otros artículos podían ser demasiado complicados.
“Algunos clientes necesitarían un sándwich sin mayonesa, o uno más picoso, o un sándwich con o sin salsa”, dijo. “Es por eso que no traemos todo, para evitar la entrega de una orden equivocada”.
Ibrahim el-Ajla, de 29 años, quien trabaja para la empresa pública de agua y estaba entre quienes gozaban de KFC aquí el otro día, reconoció que la comida era mejor caliente y fresca en el restaurante, pero dijo que probablemente volvería a ordenar algo.
“Lo probé en Estados Unidos y en Egipto, y extraño el sabor”, dijo. “Pese al bloqueo, KFC logró llegar a mi hogar”.
Efrangi pudiera no tener el mercado de comida rápida para él solo por mucho más tiempo. Un empresario de Gaza que solicitó que lo identificaran sólo por su apodo, Abu Ali, para evitar darle información a sus competidores, dijo que había solicitado una franquicia del intermediario de KFC en Oriente Medio, el Grupo Americana, hace dos meses.
Adeeb al-Bakri, quien es el dueño de cuatro franquicias KFC y Pizza Hut en Cisjordania, dijo que le habían autorizado la apertura de un restaurante en Gaza y estaba resolviendo los detalles.
“Necesitamos conseguir la aprobación para traer pollo de granjas de gaza con las normas de KFC. Necesitamos asegurarnos de que las máquinas freidoras obtendrían autorización para pasar. Necesitamos que los expertos de KFC sean capaces de dirigirse a Gaza para revisiones de rutina mensuales”, destacó Bakri. “Yo no tengo una varita mágica para abrir Gaza rápidamente”.
Bakri no estaba enterado del servicio de entrega de Efrangi, y cuando le informaron los detalles, frunció el entrecejo ante la odisea de cuatro horas del horno a la mesa.
“Nosotros lo tiramos después de media hora”, dijo.

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