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Perspectiva

Un gobierno de misioneros (Primera parte)

Escrito en Hidalgo / Opinión el
Perspectiva

El péndulo avanzó demasiado rápido, desde lo alto del dispendio en el gasto público, desde el Boeing 787, extravagante y ostentoso de 7 mil 500 millones de pesos, hasta el otro lado, el del sueldo presidencial de 69 mil dólares netos al año que recibirá Andrés Manuel López Obrador. A eso equivalen los 108 mil pesos mensuales que cobrará el nuevo presidente. La secretaria de Donald Trump gana más (90 mil dólares anuales).

Si la regla de hacer que nadie en la federación gane más que el presidente, la deserción masiva de funcionarios sería inmediata. Veamos:

Un presidente de la República puede ganar poco porque todo su gasto está incluido. Casa, comida, ropa, transporte y lo que salga. José López Portillo se admiraba de que durante 6 años no tuvo que llevar dinero. Así que los 108 mil pesos puede donarlos a sus hijos o ponerlos en el banco.

Ese no es el caso de los secretarios y subsecretarios, de los directores de área y los doscientos mil funcionarios de confianza a los que se les “prometió” reducir el sueldo. Cinco veces superiores son los ingresos de los magistrados y jueces federales, quienes ingresan entre 400 y 500 mil pesos mensuales más chofer, auto y otras prestaciones superiores a las de los demás funcionarios públicos. La razón es simple: un juez que se vende puede hacer un daño tremendo a la sociedad. Si ganan bien y tienen seguridad laboral, pensarán dos veces hacer trampas.

Según gente informada, los ministros jubilados no están dispuestos a ceder un peso de su pensión, inclusive gente que trabajará con AMLO.  Tampoco los jueces federales y otros altos funcionarios ya jubilados dejarán su ingreso sin antes establecer un largo juicio de amparo que ganarían al final.

Digamos que el Seguro Social necesita un buen director médico. Si se le ofrecen 80 mil pesos netos y cero negocios “colaterales”, nunca aceptaría el puesto. Un buen especialista, un cirujano puede ganar esa cantidad en un día con dos operaciones. Los buenos doctores pasaron 12 años de su vida estudiando y muchos más de práctica para tener competencia y prestigio.

Lo mismo sucedería con los mejores expertos economistas de la Secretaría de Hacienda. Si a un subsecretario de esa dependencia se le ofrecen 90 mil pesos mensuales, sin seguro de gastos médicos privado, sin chofer y auto, aventará la toalla más pronto que César Chávez en sus últimas peleas. Ya hemos visto como los bancos de inversión, los bancos extranjeros y las multinacionales se llevan talento pagando 5 veces lo que ganará el virtual presidente electo.

La realidad es que el Gobierno está sujeto a las mismas leyes que todas las empresas de México, una ley que funciona en todas las democracias y las economías abiertas, la ley de la oferta y la demanda.

Reducir salarios siempre trae consecuencias negativas en el ánimo de la gente; lo que hacen las empresas es reducir su tamaño como bien lo hará en parte la nueva administración. También los gastos superfluos o innecesarios se pueden omitir y no pasa nada.

Un caso ejemplar sería el propio Congreso de la Unión. Para qué bajarle el ingreso a los diputados y senadores. Tendremos 628 personajes con influencias buscando moches. Mejor darles un buen ingreso a 314 y cuidarles las manos, sin partidas especiales ni cuentas secretas. (Continuará)

 

 

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