Fue inevitable mirar de reojo a Elías, hacer un pase de taquito, ir por la pelota, quitarse a sus rivales y lanzar tremendo disparo al ángulo para rubricar la goleada cruzazulina.
No podemos negarlo, lo extrañamos con el León en la primera fecha.
La Fiera careció de alguien como el Patrullero para enfrentar a Tigres, no hubo quien fuera ese jugador encarador y atrevido para retar al felino del norte.
Tras el 2-0 en contra en el Volcán, escuché comentarios en relación a que dentro del presupuesto leonés estaba perder visitando a un equipo casi imbatible en su casa. Y aunque eso sería cometer un sacrilegio de pesimismo, la forma de jugar que planteó Gustavo Díaz nos hace creer que así fue.
La Fiera apenas tuvo el 35 por ciento de posesión en el juego, cedió todo: la iniciativa, el dominio territorial, el ritmo de juego, las ideas y la decisión de ataque.
Fue un partido en el que los Verdes se dedicaron más a contener que a proponer, quedando a expensas de no sucumbir con una genialidad norteña. Sin embargo, así fue.
Sólo 36 minutos duró el plan esmeralda, vino el disparo de Zelayarán y vimos la historia de siempre. Otro descuido en defensa para el gol de Gignac y nos cayó la tristeza de otros torneos.
Vinieron los cambios del Chavo, pero ni Mascorro, Aquino y Díaz Price pudieron, o no supieron, reflejar los intentos de reacción que se idearon desde la banca leonesa.
Cota hizo un ‘Yarbrough’ en el primer gol, a Cerato y a Montes les encargaron la misión de explotar los senderos, pero al Chapo se le percibió lejano de los atacantes, mientras que Maxi fue de lo intermitente a lo invisible.
Entre Walter y Mauro no hubo química, a la vez que nadie le dijo a Tesillo que Gignac es un matón en México.
El nombre de la esperanza revulsiva hoy se escribe con Y. Moreno es al que nos imaginamos brindándose por el costado para que La Fiera logre llegar al arco enemigo hambrienta de goles, contrario a lo que vimos en el debut.
Se jugó la primera jornada y el Chavo Díaz ya se ve en el apremio de ajustar para que su crédito como timonel no se le acabe pronto, teniendo en cuenta que en las segundas oportunidades que se dan en el fútbol, la paciencia suele ser poca.
En el Azteca jugó un ex esmeralda vestido de azul con los bríos que te da un cambio de aires.
En el Volcán, lamentablemente no hubo un solo esmeralda que jugara con los ánimos que te da la revancha de un nuevo torneo.
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