Bajo la dirección de Roberto Beltrán Zavala, la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Guanajuato conquistó una vez más al público del Teatro del Bicentenario Roberto Plasencia Saldaña al interpretar la Sinfonía número 2, “Resurrección”, de Gustav Mahler.
La OSUG, en colaboración con el Coro Juvenil del Conservatorio de Música y Artes de Celaya, la soprano Cinthya Sánchez y la mezzosoprano Carla López-Speziale, demostró su talento al ejecutar con brillantez una de las más populares y complejas obras del compositor austríaco.
La obra, en contexto, musicaliza una celebración a la muerte, es por ello que sus movimientos tratan los diferentes ciclos de ésta, desde el funeral, la vida después de la muerte y la resurrección.
Con sonidos solemnes, amenizados principalmente por los violines, los chelos, contrabajos e instrumentos de viento, el primer movimiento, Allegro maestoso, estructurado a manera de una marcha fúnebre, hizo vibrar el recinto.
Para el segundo de seis movimientos, que seguidos uno tras otro no dieron espacio a un intermedio, el público aplaudió para dar la bienvenida al escenario a las solistas.
En contraste con el inicio, el director orquestal guió impecablemente a los músicos en las notas suaves y lentas, pero sin dejar de lado los aires de picardía del Andante moderato.
El tercer movimiento, Sherzo, comenzó con un fuerte rugir de los timbales, para luego llevar a la pieza por un estilo de vals y culminar con tonalidades metálicas.
Además, no sólo dejó ver la maestría de sus ejecutantes sino también la complejidad de la melodía y con ello la genialidad del compositor judío convertido, por necesidad y no por devoción, al catolicismo.
Al canto del poema “El cuerno mágico de la juventud”, la mezzosoprano llenó con su voz la Sala Principal del Teatro del Bicentenario, para el cuarto movimiento.
Así, para el quinto, el Allegro energético, las voces del coro y la soprano se amalgamaron, mientras de fondo una nutrida orquesta conjuntó la imponente “gran llamada”, parte de la pieza donde trompetas y percusiones tomaron poder.
Con un cierre majestuoso, que celebra en sus líneas de canto la resurrección, ambas solistas, el coro y la OSUG terminaron por encantar a su público, que con una ovación y gritos de ‘bravo’ aplaudieron la magna ejecución de la obra de Mahler.