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Frontera blindada

Resulta lógica la exigencia norteamericana de blindar la frontera norte de México para detener la migración informal y también para evitar la introducción a Estados Unidos, de fentanilo.

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Frontera blindada

La llegada del nuevo presidente de los Estados Unidos de América ha significado un cambio radical en la relación con México. Siendo vecinos unidos por una frontera común de 3152 kilómetros, estamos sentenciados a padecer los sinsabores de sus políticas y los beneficios de su enorme mercado económico.

El temperamento de cada Ejecutivo estadounidense incide profundamente en las relaciones binacionales. Pero debemos de apuntar, que en el caso reciente, la animosidad y rudeza del presidente Trump, desborda definitivamente la normalidad vecinal y la pone en riesgo.

Su última amenaza de imponer aranceles supone, en la práctica, la cancelación del T-MEC, el tratado comercial más amplio de la historia, que constituye el gran mercado de América del Norte. Ha transformado toda el área en un vergel para fundar negocios y desarrollarlos en condiciones óptimas. Con datos de 2020, el valor comercial del tratado suma 1.4 billones de dólares.

Desde el punto de vista geoestratégico en su guerra comercial con China, el T-MEC significa un instrumento fundamental para mantener a los Estados Unidos a la cabeza del liderazgo mundial. Por ello, violentar a los socios comerciales no resulta una buena idea. Pero tampoco, hay que ser justos, resulta justificable la actitud mexicana de permitir la generación de presiones migratorias en toda la frontera sur del vecino del norte. Esto hay que explicarlo.

Las leyes mexicanas, específicamente la Ley de Migración, establece la forma en que debe de realizarse la entrada y salida del territorio nacional de cualquier persona. El artículo 34 consigna: “Los Mexicanos y extranjeros, solo pueden entrar y salir del territorio nacional por los lugares destinados al tránsito internacional de personas por tierra, mar y aire”. Y el artículo 35 dice: “Para entrar y salir del país, los mexicanos y extranjeros deben cumplir con los requisitos exigidos por la presente ley, su Reglamento y demás disposiciones jurídicas aplicables”. El numeral 47 ordena: “Para la salida de personas del territorio nacional, estas deberán: I.- Hacerlo por lugares destinados al tránsito internacional de personas”.

La normatividad mexicana es clara y coincide con los postulados del Derecho Internacional que demandan el deber de presentar documentos (pasaporte, visa, permiso de salida), pasar por los puntos de migración e inspección y cumplir con las regulaciones aduaneras, entre otros. Por lo tanto, resulta evidente que las personas no pueden desde un país saltar sus fronteras por donde les venga en gana. Solo pueden salir, vía terrestre, por los puntos de inspección determinados. De tal forma que resulta obligatorio para la autoridad, detener el tráfico informal inter fronterizo. Es obligación de México no permitir que cientos de individuos crucen los límites entre los dos paises por donde sea su voluntad.

Así las cosas, resulta lógica la exigencia norteamericana de blindar la frontera norte de México para detener la migración informal y también para evitar la introducción a Estados Unidos, de fentanilo. Se han enviado 10 mil elementos de la Guardia Nacional para realizar el sesudo operativo, que esta vez, debe de funcionar a la perfección, pues habrá un guardia por cada 300 metros de frontera. ¡Imposible que ahora pasen los indocumentados y menos el fentanilo. Están a la vista de cada guardián aquellos que intenten el despropósito de cruzar la línea o el río Bravo.

Por supuesto, es obvio que si el fentanilo no pasará, tampoco será posible que otro tipo de substancias, como coca, morfina y anfetaminas lleguen al mercado norteamericano. Tendremos una frontera sellada, acatando la solicitud de Trump.

Curiosa referencia final: Recuerdo un comentario hecho por Ramón Martín Huerta, quién era Secretario de Seguridad del presidente Vicente Fox, en el año de 2005. Me comentó que en aquellos momentos habían desplegado al ejército, por primera vez, en la frontera de Nuevo Laredo, ante el violento enfrentamiento entre cárteles que peleaban por el control de la ciudad (*). 

En la charla, refirió el enorme descontento y nerviosismo de las autoridades americanas por la imposibilidad de introducción de estupefacientes a su país; porque dejaban sin suministro a las ciudades americanas, elevando los precios de las drogas, e incrementando a su vez, la violencia y los delitos del orden común en urbes como Los Ángeles, Chicago y Nueva York, llegando a niveles intolerables. Ese es el drama de México. Pero ahora, gracias a la voluntad de Trump, todo acabará teniendo una frontera blindada.

(*) Para saber más del suceso, ver: “Estado bajo asalto: la narcoviolencia y corrupción en México”. Washington Office on Latin America (WOLA), 2009.

 

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