Su dislexia severa y la falta de una preparación tradicional no fueron impedimentos para que Alejandro Martínez Acebo lograra sus pasiones: convertirse en el único fabricante de relojes de autor en México, construir su propio avión y volar en él.
Alejandro, es autodidacta, práctico, visual y perfeccionista, es su curiosidad la que lo ha llevado a aprender, sabe de mecánica y aeronáutica, diseña y construye, ha dado clases de taller de relojería y dibujo técnico en secundaria.
También ha diseñado y construido sus propias máquinas para hacer sus relojes e incluso ha trabajado para museos de ciencias del país a los que les ha diseñado y fabricado desde réplicas de un avión hasta aparatos para demostraciones científicas.
La historia de este genio leonés en la construcción de relojes inicia a los 15 años cuando descubrió su habilidad para repararlos al ver a su papá desarmar, limpiar, lubricar y volver a armar un reloj de péndulo de su abuela.

Cuando tenía 18 años desarmé un reloj mecánico de cuerda para ver su funcionamiento, hice lo que mi papá, limpié las piezas y lo volví a armar, cuando ví que funcionó supe que los relojes era lo mío”, mencionó Alejandro.
Agregó que a la par estudiaba la carrera técnica de mecánica automotriz por petición de su mamá quien lo mandó al ver que no era bueno para la escuela por la dislexia que tenía.
“Terminé la secundaria pero no tengo papeles ya que quedé a deber materias, cuando terminé la carrera de mecánica automotriz entre a trabajar a un taller que luego me vendieron, lo automaticé y eso me permitió tener tiempo para dedicarme a lo que me apasiona, los relojes y la aviación”.
Martínez Acebo empezó reparando relojes de todo tipo, de pared y de cuerda, eso le permitió conocer a fondo su funcionamiento y le dio la idea de construir uno bien hecho, preciso y con un mecanismo innovador.

Los relojes convencionales tienen un volante con el eje horizontal, yo lo hice vertical, con un péndulo que gira en un sentido y regresa, tiene campanas y suena muy bonito, lo hice hace como 15 años y seguí haciendo más, incluso unos didácticos para un taller de inventores que impartí en una secundaria”.
Los relojes que hace son de autor, hechos de manera artesanal, aunque también hizo un tiraje de 15 relojes eléctricos de gran formato para comercializar.
Señaló que aunque no ha puesto a la venta sus relojes le han comprado varios.
“Tengo un modelo que hice exclusivamente para mi pero me lo han pedido varias veces, he hecho seis, dos para mi y cuatro que me han comprado mis amigos, todos son diferentes, unos con números arábigos, otros con romanos y uno con chinos que me compró un japonés”.

Entre los muchos relojes que ha hecho entre sus consentidos está uno mecánico que tiene un sistema eléctrico que le permite darse cuerda de manera automática cada cuatro horas y otro gigante que mide casi tres metros de diámetro y que le despertó la inquietud de hacer un reloj gigante, es uno de sus planes a futuro..
Aunque nunca ha comercializado sus relojes ahora sí le gustaría tener una línea de producción para fabricar su reloj estrella, siempre cuidando que sean piezas únicas.
Alejandro considera que su pasión y perfeccionismo son las cualidades que lo han llevado a hacer cosas interesantes.
He trabajado a prueba y error, tengo proyectos que inicie con entusiasmo pero por no calcular el proceso de fabricación me topé con problemas que no pude resolver, ahora plasmo mis diseños, ya sea de un reloj o de un avión para calcular los materiales y las dimensiones de las piezas”.

Otra cosa que lo caracteriza es empezar un proyecto y terminarlo con todos los detalles, hasta que queda perfecto.
“Yo hago cada pieza de mis relojes, las corto, las pulo y barnizo, incluso he diseñado y fabricado mis propias máquinas, una que hace engranes y otra que bisela, en la fabricación uso metales como latón, cobre y acero inoxidable”.
Su pasión por los aviones
Otra cosa que apasiona a este genio son los aviones de todo tipo y tamaño, desde los que están hechos con palitos, hasta otros más complejos como los de motor de gasolina y los de control remoto. que voló durante muchos años.
“Soy un apasionado de los aviones, en una ocasión vi en la televisión a una persona volando con unos tubos y una tela, con un ala delta y también quise volar”.
A los 50 años empezó a construir en su taller automotriz su propio avión de madera forrado de tela, en el frente le puso fibra de vidrio y el tren de aterrizaje son unos tubos, lo terminó en dos años tres meses, dedicando entre 4 y 5 horas de trabajo diarias, el avión es de dos plazas, tiene cinco horas de autonomía y ha volado en él a Guadalajara, San Luis Potosí, Monterrey y Cuernavaca.

Me di el gusto de darle a mucha gente que nunca había volado la oportunidad de vivir esa experiencia, tengo el orgullo de haber llevado a mis alumnos de secundaria, a amigos y familiares, a quien quería”.
Empezó a hacer un récord de las personas que he subido y hasta hace tres años se quedó en 512 y siguen subiendo.
Alejandro se siente orgulloso de sus logros, ya que pensaba que iba a ser un fracasado, un bueno para nada en la vida por no haber estudiado, y cuando vio la posibilidad de ser alguien, lo sigue haciendo con gusto.
“Me decían que era un burro, pero creo que haber terminado la secundaria y una carrera técnica teniendo dislexia, tiene su mérito y más el haber hecho un avión de madera basado en planos y viendo dibujos”.
La máquina de vapor

Le fascinan las máquinas y entre sus creaciones está una máquina de vapor en la que también se puede subir y pasear, para hacerla consiguió que en Estados Unidos le hicieran la fundición de las piezas y él hizo todos los maquinados, pistones, válvulas y la echó a andar.
Su trabajo para museos de ciencias
Eventualmente trabaja para diferentes museos de ciencias, entre ellos Explora para quien replicó el avión de los hermanos Wright y hace cinco meses lo restauró, también les hizo otros aparatos.
Hace 40 años integrantes del patronato del museo de Xalapa, Veracruz lo contactaron ya que estaban construyendo un museo de ciencias muy grande y le pidieron que les hiciera la réplica del primer avión de los hermanos Wright.
Me consiguieron una copia de los planos originales y los hice, mide 13 metros de largo, también les hice un planetario con un sistema solar que se mueve mecánicamente, quedaron encantados con el trabajo y además de un reconocimiento me pagaron el doble de lo acordado”.

Planes y proyectos
Seguir haciendo relojes y ponerlos en diferentes puntos de la ciudad:
“Mi proyecto ambicioso es poner en la cumbre del Cerro Gordo un reloj sencillo pero enorme, con las dos manecillas y los cuatro puntos, 12, 3, 6 y 9, todo con leds intensos, bien delineadas las piezas y las manecillas”.
Será un reloj de 22 metros, para superar el de 20 metros que tiene Brasil, el 90% del proyecto ya lo tiene desarrollado y aunque no sabe si se vaya a concretar ya está viendo con unos amigos la manera de ir con el gobierno a proponerlo, y ostentar que en Guanajuato está el reloj más grande de América.
Los otros dos relojes los quiere colocar uno en la torre o estructura de la Puerta del Milenio y otro en un edificio que se ubica en la Plaza Principal del centro de León.
Es un edificio que tiene una torre muy bonita con un rosetón, ya tengo el proyecto, y estoy haciendo el reloj, llevó ocho meses trabajando en él, es en los que estoy trabajando a futuro y no doy por hecho los proyectos hasta que se confirmen”, concluyó Alejandro.

DMG