Ernestina Godoy Ramos llega a la Fiscalía General de la República como encargada de despacho, pero desde ahora se perfila con fuerza para ocupar la titularidad.
No es casual que la presidenta Claudia Sheinbaum haya decidido este enroque institucional: Godoy es una figura de absoluta confianza, con trayectoria sólida y conocimiento profundo de las estructuras judiciales, lo que permite prever una Fiscalía más articulada con las prioridades del actual Gobierno federal y con un enfoque más directo en resultados en materia de justicia y seguridad.
En paralelo, la estrategia de seguridad encabezada por Omar García Harfuch muestra cifras alentadoras. A escala nacional, los homicidios dolosos han registrado una reducción cercana al 37 % durante el último año, acompañada de detenciones masivas de generadores de violencia, aseguramientos de droga, decomiso de armas y desmantelamiento de laboratorios clandestinos.
Estos números no son menores si se comparan con el sexenio anterior, caracterizado por un descontrol homicida y un incremento constante del poder del crimen organizado en amplias regiones del país.
Otro tema relevante es el combate al huachicol en su doble vertiente: el robo directo de combustible y el huachicol fiscal, mecanismo mediante el cual se evaden impuestos y se distorsiona el mercado legal.
El Gobierno federal estima que las nuevas medidas permitirán recuperar sumas millonarias para el erario, recursos que históricamente se perdían entre corrupción, contrabando y redes criminales. Aunque las cifras exactas siguen bajo revisión, lo cierto es que existe una voluntad explícita de atacar un problema que por años se dejó crecer hasta convertirse en un negocio paralelo de alcance nacional.
Sin embargo, hay entidades donde la realidad aún no cambia y donde la coordinación será indispensable. Guanajuato sigue encabezando los listados más dolorosos: homicidios dolosos, desaparecidos, narcofosas y extorsión. Incluso en meses recientes fue señalado como el único estado donde los asesinatos no disminuyeron pese a la tendencia nacional a la baja. Allí, un ajuste profundo en la estrategia estatal, junto con una colaboración efectiva con la Federación, resulta urgente si se busca romper con la inercia criminal que mantiene aterrorizadas a miles de familias y que alimenta mercados ilícitos difíciles de contener sin esfuerzos conjuntos.
En este contexto llega Godoy a la FGR, con la expectativa de revitalizar la coordinación institucional, de depurar inercias nocivas y de actuar con mayor firmeza frente a delitos de alto impacto. Su paso por la Ciudad de México, aunque polémico en algunos casos, estuvo marcado por la reducción de delitos relevantes y por una política de persecución penal más activa. Esa experiencia puede traducirse en una Fiscalía General con mayor presencia territorial, más cercana a las víctimas y con una visión menos burocrática y más operativa.
La llegada de Godoy es, en sí misma, un mensaje político: el Gobierno federal quiere consolidar un modelo de seguridad basado en datos, inteligencia, articulación de instituciones y combate frontal a la impunidad. Si esa intención logra sostenerse y traducirse en acciones concretas, México podría entrar en una fase de reconstrucción del tejido social y de fortalecimiento del Estado de derecho, especialmente en regiones golpeadas por la violencia y la ausencia de justicia.
El reto es monumental, pero también lo es la oportunidad. El país necesita resultados no solo para satisfacer indicadores o responder a presiones internacionales —incluidas las exigencias de Estados Unidos en materia de seguridad binacional—, sino para devolver la esperanza a millones de mexicanas y mexicanos que desean vivir sin miedo.
La expectativa está puesta en que este nuevo ciclo, encabezado por Godoy y respaldado por la estrategia de Harfuch, logre encaminar al país hacia una agenda real de paz, justicia y convivencia social digna. Porque México merece estar mejor, no por obligación, sino por convicción…
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