Irapuato, Guanajuato.- Una mujer completamente dedicada a su labor, buena madre, esposa, hija y amiga, siempre interesada por mejorar su entorno y apoyar a sus alumnos, así se le recuerda a la maestra Marisa Estrada Hernández.

La educadora irapuatense, quien nació en abril de 1967 es una de los 88 docentes que han fallecido por COVID-19 en el estado.

Tuvo su formación como educadora en la Escuela Normal Oficial de Irapuato y en la Escuela Normal de Guanajuato, aunque nunca dejó de prepararse, con diferentes cursos y capacitaciones que fortalecieron su labor académica.

Durante sus 33 años de trayectoria docente, la maestra y directora laboró en diferentes instituciones educativas de varios municipios, como Pénjamo, Salamanca e Irapuato, donde impulsó proyectos para mejorar las condiciones de los planteles.

La maestra Marisa fue una gran gestora, y con su esfuerzo logró que diferentes empresas privadas hicieran donaciones de juegos, árboles y otros productos en beneficio de los alumnos.

Su legado perdura en las escuelas donde tuvo la oportunidad de trabajar y será recordada como una maestra ejemplar, que siempre trabajó, que se esforzó para prepararse y brindar un servicio educativo de calidad para sus alumnos. 

Mi mamá era muy dedicada a su trabajo

Era una mujer muy bonita, muy inteligente, muy dedicada a su trabajo, muy alegre, muy amiguera”, señaló Ángel Misael Preciado Estrada, hijo de la maestra Marisa, quien siempre veló por la seguridad de sus hijos y su padre.

Comentó que durante la pandemia, su mamá se cuidó mucho y desconocen cómo fue que contrajo esta enfermedad.

Fue en enero de 2021 cuando la maestra Marisa mostró síntomas de COVID-19, enfermedad que se desarrolló de forma rápida y que, en un inicio, los doctores no pudieron detectar.

Por la saturación hospitalaria, tuvo que ser tratada en casa con médicos particulares, ya que ningún hospital público o privado tenía espacio; días después, sus familiares lograron ingresarla a la clínica del IMSS, donde falleció el 14 de enero de 2021 a sus 53 años.

Para Ángel Misael, su hermano, familiares y amigos, la pérdida de la maestra Marisa fue muy dura y siempre la recordarán por su gran corazón, por su entrega con sus alumnos y sobre todo, por su calidad humana.

Descanse en paz.

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