Los temas de la conciencia y la inteligencia artificial, tienen muchos puntos en común. La llamada “prueba de Turing” es un examen de la capacidad de una máquina para exhibir un comportamiento inteligente similar al de un ser humano o indistinguible de este.  

El hecho es que actualmente muchos programas sin dificultad aprueban la prueba de Turing.  Esto quiere decir que los humanos no somos capaces de distinguir si estamos interaccionando (conversando) con otro ser humano o con una máquina que opera un programa computacional. Algunos afirman que la moraleja de esto es simplemente que los seres humanos también somos máquinas operando programas con los cuales interaccionamos con el mundo y con otros seres humanos. 

Eso, se dirá, es lo que hace nuestro cerebro, por ejemplo, cuando un hombre de hace cincuenta mil años enfrentaba a un lobo, el humano tenía que calcular cuales eran sus probabilidades de correr, alcanzar y subir a un árbol, para salvar su vida. La idea de esto es que esencialmente nuestro cerebro es una máquina biológica de cálculo que sustancialmente no es diferente de una moderna máquina de cálculo electrónica o cuántica. Sabemos que el enfoque llamado fisicalismo propone que todos los fenómenos, incluyendo mente y conciencia, pueden explicarse en términos de procesos físicos. De acuerdo al fisicalismo no existe ninguna realidad no física y todo lo que existe, incluyendo nuestros pensamientos, emociones y estados de conciencia son el resultado de interacciones y procesos físicos.  

Los fiscalistas consideran que las leyes de la física son suficientes para explicar todos los fenómenos naturales, incluyendo el comportamiento de los organismos vivos. Ellos rechazan la existencia de entes no físicos como almas, espíritus o fuerzas sobrenaturales. El fisicalismo es un punto de vista común entre filósofos y científicos que pretenden proporcionar una explicación completa y unificada del mundo natural. Algunos consideran que el problema más difícil que enfrenta el fisicalismo es explicar la conciencia. 

Aunque la prueba de Turing se refiere a la comunicación entre dos entes (típicamente uno humano y otro artificial) podemos preguntarnos si para que dos entes interaccionen se requiere que estén dotados de conciencia o no. Si ponemos a conversar a dos seres humanos en la prueba de Turing, sabemos que ambos están dotados de conciencia, sin embargo, si se pone a conversar a un ser humano con una máquina ¿Cómo podrá saber el ser humano que esta conversando con un ente sin conciencia, con un ente dotado de inteligencia artificial? Pareciera que lo que llamamos conciencia es entonces un atributo que un ente aplica a otro ente cuando logra tener un intercambio inteligente con este último. ¿Cómo podríamos saber que un ente aislado tiene conciencia? ¿Cómo podríamos distinguir a ese ente aislado de, digamos, una piedra sin conciencia? Si el ente aislado no se manifiesta de algún modo tal que pueda ser apreciado por otros entes conscientes e inteligentes, no habrá diferencia entre ese ente aislado y, digamos, una piedra o un maniquí plástico con forma humana. 

Habitualmente pensamos que la conciencia es una característica personal e individual sin embargo para que un ente sea reconocido como consciente se requiere de la interacción de ese ente con otros entes. Si no se da la interacción con otros entes, ese ente aislado podrá pensar o podrá no pensar, pero para el resto de los entes eso no hace ninguna diferencia pues será indistinguible de un objeto inanimado.  

Pensemos por ejemplo en una persona (o en un muñeco) sentado en una habitación aislada ¿Cómo podemos saber si eso que está en la habitación es un ente consciente o no? ¿Cómo sabemos si esta conscientemente pensando (si se tratara de un ser humano) o haciendo absolutamente nada (si se tratara de un muñeco)?  

Dado que el pensar es una actividad interna no hay forma de saberlo excepto si ese ente que está en la habitación interacciona con alguien más; si ese ente dice o escribe algo inteligente que ponga en evidencia que se trata de un ser consciente.  

Al interaccionar con un programa avanzado de inteligencia artificial y tener una conversación sobre algún tema de interés, digamos; filosofía, estética, política o deporte, será ineludible pensar que uno esta hablando con una persona inteligente e inevitablemente también con alguien dotado de conciencia.  

Este es el punto que actualmente estamos tocando con programas como Chat GTP, programas extraordinariamente inteligentes, muy superiores a la mayoría de los seres humanos, con los cuales es fácil concluir que son inteligentes y que, aunque nos rehusemos a aceptarlo, aparentemente gozan de esa cualidad llamada conciencia.  Esta conclusión asusta a muchos humanos que siguen creyendo en su carácter especial y único, incluso divino. 

Es muy probable que los desarrollos en inteligencia artificial e ingeniería biológica terminen por derrumbar esas ideas y entonces deberemos concluir con humildad y modestia que los seres humanos solo somos máquinas en muchos aspectos semejantes a las que actualmente se están desarrollando y construyendo en muchos laboratorios del mundo.