Resulta obvio que las versiones propagadas en el mundo de la marcha del sábado encierran exageraciones de buena fe, o francas mentiras. No es inminente la caída del gobierno de Sheinbaum, ni existe un repudio generalizado en México a la corrupción y la violencia. De haberlo —y en eso tiene razón Sheinbaum— sus números de aprobación, aunque descendieron mucho, no se mantendrían en los niveles actuales.

Pero es innegable que el mundo vio las imágenes, y en todo caso, las revisó el personaje más importante del mundo para Sheinbaum y México. Trump comentó las protestas el lunes, cuando también lamentó que “no estaba contento con México”. Especulé el viernes en un blog que la Presidenta se hacía un flaco favor publicitando a tal grado la marcha. Entiendo su dilema. Cada día se descomponen más frentes abiertos, de los que ya hemos hablado aquí.

En este contexto la Fiscalía General resucita el caso Colosio. No todos los lectores recuerdan que, desde un principio, circuló la versión según la cual, además de Mario Aburto, se presentó un segundo tirador en Lomas Taurinas. Primero se habló de Jorge Antonio Sánchez Ortega, un agente joven del Cisen asignado al seguimiento del candidato, y luego Pablo Chapa Bezanilla inventó a Othón Cortés, detenido un año después y absuelto, al igual que Sánchez Ortega.

En tres ocasiones —octubre de 2023, noviembre de 2023 y enero de 2024— Alejandro Gertz y López Obrador procuraron revivir la falsa y refutada tesis. Por lo menos cuatro jueces negaron el auto de formal prisión, por falta de pruebas. Lo volvió a intentar Gertz hace un par de semanas, y en esta ocasión el juez Daniel Marcelino Niño Jiménez, del Cuarto Distrito en Materia Penal del Estado de México, dictó la prisión formal.

Se ha especulado que el expediente no se limita a las pruebas. Establece una cadena de mando, que explica, en mi opinión, el interés de López Obrador, Sheinbaum y Gertz, de reabrir el caso. Se afirma que Sánchez Ortega le respondía a otro agente junior del Cisen, de nombre Genaro García Luna, que incluso lo rescató de Tijuana en aquellos días aciagos de 1994. Este, a su vez, le reportaba al director del Cisen, Jorge Tello Peón, quien seguía las orientaciones del Gabinete de Seguridad Nacional y de su secretario técnico, así como del secretario de Gobernación. El jefe de ambos, por último, era Carlos Salinas de Gortari. Es esta cadena de mando que va a ser presentada en el juicio por la Fiscalía, y es este escándalo el que busca revivir el gobierno.

Aquí surgen varias dudas. La primera es el paradero, el destino, la vida misma, de Sánchez Ortega, entre 1994 y 2025. Según Chat GPT, la nota del auto de formal prisión menciona que fue directivo de Peak Growth Capital, pero no arroja más información. Se antoja que hoy, a diferencia de hace treinta años, cantará la canción que le pidan.

En segundo lugar, aunque el juez Niño Jiménez sea de los que permanecieron en su cargo desde antes de las elecciones del poder judicial, es probable que sea sensible a la amenaza que pende sobre todos los magistrados, electos o no: el Tribunal de Disciplina Judicial, cuyos fallos son inapelables y pueden ser fatales para la carrera y el empleo de cualquier integrante del Poder Judicial.

La tercera duda es si el impulso de todo este teatro montado proviene de Palacio Nacional o de Palenque. Algunos pensarán que a estas alturas da lo mismo. Para AMLO, se trata de un asunto de legado, no de hechos ni de votos. En cambio, no veo qué tendría que ganar Sheinbaum con el numerito. Puede distraer a la opinión durante un rato, pero también meterse en otro pleito internacional que no necesita. Ojalá, y por lo menos, que no le eche ganitas al asunto.

* Excanciller de México

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