León, Guanajuato.- La noche del martes 4 de noviembre el Teatro Manuel Doblado se convirtió en espejo y confesionario. 

“Dios mío, hazme viuda por favor”, la puesta en escena producida por Rafael Lara, regresó a León para mostrar que el humor también puede ser trinchera y terapia colectiva.

Más de mil leoneses (entre ambas funciones) respondieron a ese llamado. No fueron solo mujeres: hubo muchos hombres en las butacas. Y todos terminaban riéndose con las verdades y exageraciones de las cinco protagonistas, que al mismo tiempo hacían pensar, sin agenda moralina, en lo que significa elegir.

La obra se sostiene en el libro de Josefina Vázquez Mota y en la dramaturgia y dirección de Abril Mayett, que apuesta a una idea clave: “enviudar” no necesariamente de un hombre, sino del miedo.

De esos frenos culturales, emocionales y sociales que en México todavía dictan cómo “debe” ser una mujer.

En escena, cinco estrellas (cinco generaciones) hablan desde su experiencia: Margarita Gralia es Begonia; Anette Michel es Margarita; Azela Robinson es Lila; Aleida Núñez es Violeta y Nicole Vale es Silene, (la flor joven).

Cada personaje expone sus heridas, sus dudas, su humor, la manera en que la costumbre y los prejuicios moldean destinos. 

Y el público reacciona: risas, silencios cortos, esa risa incómoda que aparece cuando no te quieres reconocer en lo que estás viendo… pero ya te reconociste.

La obra no niega el amor. Solo recuerda que el amor no está obligado a ser eterno. Que no todo es sacrificio. Que el pasado no tendría por qué hipotecar el futuro. Que hay decisiones que asustan pero liberan. Que lo que verdaderamente vale es estar (con alguien) que no obligue a pedirle a Dios… que te deje viuda.

Margarita Gralia aprovecha para hacer invitación

Al cierre, las actrices agradecieron desde el escenario. 

Y entonces (casi como remate cómplice) Margarita Gralia lanzó la invitación: “Los espero en San Miguel de Allende”. 

Pues, ahí vive desde hace años y ahí tiene su negocio: Churros San Agustín. 

Muchos en el público sonrieron, aplaudieron de pie, fue una despedida en tono de sobremesa.

Al salir del teatro, había mujeres comentando frases que les quedaron enganchadas.

Hombres callados. Varias parejas hablando bajito. Esa clase de murmullo que solo deja un texto que se cuela sin pedir permiso.

Para la segunda función, el público ya estaba ansioso y listo para vivir la experiencia de vivir el teatro y una premisa de reflexión.

LCCR

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*Es periodista con más de 20 años de experiencia en temas locales, salud, seguridad y periodismo urbano; en la última década se especializó en temas de entretenimiento y mainstream, así como coberturas...