Se llama Milton Queiroz y de cariño, ‘Tita’. Le dio mucho al León y no sólo 97 goles.

Este nombre resuena hoy porque Mauro Boselli lo alcanzó en el segundo sitio de la tabla histórica para los máximos romperredes del León. Incluso, ‘Tita’ felicitó en video al ‘Matador’ que seguro lo rebasará.

Tuve la fortuna como aficionado de recrearme la pupila con sus goles. Recuerdo uno en especial contra Chivas, puso el balón en el ángulo superior del lado que cubría el portero como mostrándole que podía realizar arte con el pie.

El brasileño llegó a La Fiera recién se ascendió después de una década oscura como los ochenta, cuando se necesitaba renacer la credibilidad de este club.

En la cancha ‘Tita’ comandó a un grupo de jugadores hambrientos de triunfo con los que logró, en primer término, una magnífica campaña que rozó la Liguilla y posteriormente se consagró con el título de la 91-92.

Se fue ganando a la afición a tal punto que se escuchaba ‘Tita’ por todos lados y en todo momento, al saltar a la cancha, antes de un tiro directo y no se diga después de sus anotaciones.

Las playeras con el 10 en el dorsal prevalecían en las gradas y si no se tenía para comprar una, era lo de menos; recuerdo a un aficionado que con un plumón se pintaba en su espalda el número y el mote para bailar al son del ‘Tita, Tita, Tita’ de toda la tribuna de Sol.  Es más, años después se cantó el ‘Tita’ en el adiós de Ordiales, así las cosas.

Tuve la fortuna de cubrir como reportero la segunda etapa de ‘Tita’ con La Fiera luego de ir al Puebla. Ya era otro León, uno que no pudo cuajar, pero él siguió anotando para consolidarse en la élite goleadora.

Milton sufrió cuando se dio la baja del equipo de su fiel escudero, Marquinhos, con ‘s’ al final como el mismo ‘Tita’ me lo aclaró. 

Fue tanto su enojo que antes de un juego en Morelia no quiso viajar, desplante que Valente Aguirre no le perdonó. Llegó Reinoso y ‘Tita’ salió para ya no jugar más de esmeralda.

El pleito fue duro y ‘Tita’ quedó bloqueado por años para ser contratado en el club. Ni siquiera el recoge boletos podía ser, como también me lo dijo.

Más adelante y borrada esa cláusula, con un León descendido y otras generaciones apoyando, regresó para ser técnico como una esperanza que se quedó en la orilla y una forma de dirigir que no gustó del todo. La afición quería ver a un León de ‘Tita’ tan punzante como los disparos que salieron de sus botines decenas de veces.

Antes de irse a jugar a Guatemala lo entrevisté en su casa y mientras lijaba una puerta me dijo que todos los ídolos son olvidados. Lo contradije al instante y sonrió.

Y es que un ídolo no se hace sólo de goles, también en gran parte por ese carisma que une corazones en torno a un club, por fusionarse con la tribuna en cada festejo de gol y por ese trato gentil hacia una afición que se entrega.

Hoy, pocos jugadores hacen eso y pocos los que han logrado que se entone al unísono su nombre en El Glorioso. Él es uno de ellos.  

Quizá mañana sea ya el tercero en la lista, pero vivirá para León como un ídolo de siempre. 

En su honor y una vez más: ‘Tita, Tita, Tita…’

 

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