Es un hecho, los Verdes han tomado las armas, aunque también es un hecho que la metralla sólo les dura medio tiempo.
Después de ver al León de Gustavo Díaz tanto de visita como de local, nos percatarnos ya de las diferencias que tiene este equipo en comparación a la era Torrente.
El primer contraste lo vemos en la disposición estratégica de los jugadores al tener una postura más ofensiva que comienza desde la defensa.
El Chavo se ha decidido por cuatro guerreros para sofocar los embates enemigos. Mosquera, Novaretti, Nacho y Osvaldo dan visos firmes de ser un muro defensivo que mete la pierna bien y bonito priorizando la seguridad.
El punto débil que distinguimos en lo defensivo es que cuando el balón supera esta línea, La Fiera queda a expensas del estado de ánimo del último guardián, Yarbrough, quien como da de cal las da de arena.
La actual guerra de los Verdes se distingue por el resurgimiento de soldados que estaban dormidos. Vemos de nueva cuenta a un todo terreno en Alex Mejía, quien ha retomado el protagonismo como el mariscal que quita y pide el balón.
Además, uno de los distintivos del técnico charrúa es la implementación de Iván Rodríguez como segundo escudo. Este chico comienza a tomar buena forma como en su momento lo hizo Aldo Rocha.
Cubrirse con dos contenciones naturales permite que la infantería leonesa se desdoble por los flancos. Para no desvivirnos en elogios por Elías Hernández, únicamente diremos que lo que hizo ante Pachuca fue explotar el sendero derecho para generar daño, donde puso el ojo puso la bala, lo justo para ser detonada en gol.
El Rifle ahora luce preciso. Andrade tiene otra actitud, una más punzante y deleitable para la tribuna. Su gol ante el histórico ‘Conejo’ fue sencillo a sabiendas que en el futbol hacerlo ver así, fácil, es sinónimo de espectacular.
Al Chapito le soltaron las amarras y lo vemos ahora más enfocado a generar que a recuperar. Mientras pasa el balón por sus botines, La Fiera se muestra como tal hacia el frente.
Toda guerra tiene sus caudillos y en esta Mauro Boselli ha tomado el estandarte. Sin buscar afanosamente una marca personal, la ha encontrado. Y algo más que eso, el Matador también se sacrifica a la par del esfuerzo de los demás.
Es grato ver a un León así, no obstante que por lo pronto esto nos dure sólo 45 minutos.
Está claro lo que quiere Gustavo Díaz en esta fiera, pero aún hay detalles a resolver para no cerrar los partidos con esa horrible sensación de que los frentes esmeraldas pueden venirse abajo.
Tanto con Gallos como con los Tuzos se entregó el control en la segunda mitad arriesgando el resultado. Las piernas en los Verdes parecen no tener la suficiente fuerza para soportar una batalla de 90 minutos y una estrategia sin municiones se remite a repeler y repeler los ataques, situación que no es la ideal cuando se sabe que sólo defender, en mucho, es ceder.
Lo cierto es que se tiene ya una inercia al frente aun cuando se debe corregir sobre la marcha y de entrada es lo primero que queríamos ver: a unos Verdes al grito de guerra.