En ningún país del primer mundo se ha visto que los militares controlen la aviación civil como sucederá en México por obra y gracia de Morena.”

Así como las olas del mar marchan inexorablemente hacia la orilla, así el Presidente López avanza implacable hacia el dominio total del País en diversos frentes, vía la desaparición de la democracia y su total militarización.
El miércoles le dio palos al INE, dejándolo manco y cojo y además ayer le cedió a los militares el control del espacio aéreo mexicano mediante una ley aprobada en comisiones de la Cámara de Diputados por la vía rápida, sin debatir opiniones expertas, incluidas las partes afectadas, por ejemplo, la Agencia Federal de Aviación Civil. Como tampoco la parte beneficiada, el Ejército, del que no se sabe si constitucionalmente está facultado (seguro que no), y si está capacitado para ejercer tal labor.
Está redactada de tal manera esta nueva ley de control del espacio aéreo mexicano que es sumamente vaga, lo cual está reñido con la técnica básica procesal en la promulgación de leyes, ya que el Derecho exige que toda ley, para serlo, debe poseer características de claridad y precisión, sin ambigüedades ni margen para que en su aplicación quepa el “criterio” de quien carga con la responsabilidad de hacerlo. Cuando una ley abre la puerta para que quepa el “criterio” del gendarme se presta a abusos, ilegalidades y corrupción.
Ahora que, para variar, la iniciativa aprobada por los diputados en Comisiones pretexta razones de “seguridad” y combate al narcotráfico.
Los militares ya controlan en México el punto de partida y el de arribo de las aeronaves que cruzan nuestros cielos, ¿para qué necesitan controlar el cielo mismo? A esto el control militar nada agrega a la “seguridad” o al “combate al narcotráfico”. Los criminales están empleando más el mar que el cielo, y aunque volaran aviones llenos de narcosustancias, bien le pueden sacar la vuelta a México.
Nos parece muy débil el pretexto para promover este cambio que aumenta la injerencia de las Fuerzas Armadas en la vida nacional. Más bien parece un paraguas para encubrir una estrategia -decidida tiempo atrás- para militarizar totalmente al País y quitarle todo vestigio de poseer instituciones civiles sólidas e independientes. Parece ser una clara intención de ir desapareciendo las instituciones del sector civil para reemplazarlas por el control militar.
Las instituciones se rigen por reglas emanadas de los procedimientos democráticos y civiles, y por la rendición de cuentas y la transparencia. Los militares, en cambio, sólo tienen un “Jefe Supremo”: el señor López y, por tanto, no le rinden cuentas a nadie, mucho menos siguen las reglas de la transparencia.
Como les decíamos en días pasados, este señor López está dando un “golpe de Estado” camuflajeado, encubierto todo por una catarata de mentiras, simulaciones, mañas y chanchullos, como no se había visto ni en las peores épocas del PRI, de donde emana como embrión este nuevo Emperador azteca. Mismo que pretende a toda costa acrecentar su poder, dominar la vida nacional en todos sus aspectos e imponer no sólo su voluntad, sino sus creencias, prejuicios y resentimientos.
En ningún país del Primer Mundo se ha visto jamás, ni en tiempos de guerra, que los militares dominen y controlen la aviación civil, tal como pretende Huitzilopochtli II, en su reencarnación de sacerdote del Templo Mayor, con poder sobre vidas y entrañas de toda la población. Estamos los mexicanos viendo cosas insólitas en este nuestro México sacudido en su historia por vendavales de todo tipo.
Y, sin embargo, nunca hemos enfrentado un peligro tan grande como hoy, que estamos muy cerca de perder nuestro sistema de vida tradicional, más la recién ganada -con sangre, sudor y lágrimas- democracia efectiva para volver a la “democracia con adjetivos”, esto es, a la simulación de democracia, encubriendo la pantomima un poder totalitario, intimidante, que pretende imponerse por la vía del sometimiento, sofocando para ello todo indicio cívico e institucionalidad. ¿Lo vamos a permitir?
 

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