Ante la segunda presidencia, omnímoda y descarada, de Donald Trump, contraponer lecturas o trabajos de autores como Michael Moore se convierte en una necesidad apremiante. Moore, documentalista, realizador, director y escritor famoso mundialmente por trabajos para la pantalla grande como Bowling for Columbine, Fahrenheit 9/11 o Sicko, ha estado siempre en el ojo del huracán por su postura de izquierda militante, apuntalada por un humor que ha convertido el documental político en un fenómeno de masas. Moore supo combinar sátira, investigación y activismo para incidir en la conversación pública norteamericana y, de paso, demostrar que podía triunfar en taquilla y festivales mainstream como Cannes y Hollywood.
Cuidado conmigo, una floja traducción del título original, Here comes trouble, se publicó en 2011 con éxito inmediato en las evanescentes listas del New York Times, donde ocupó por unas semanas el primer lugar. Antes de Trump 1 y 2, Moore cuenta detalles de su vida desde sus orígenes en Flint (Michigan), una comunidad industrial golpeada por cierres de fábricas y pérdida de empleos a lo largo de los ochentas y noventas y que fungió no sólo como germen de sus críticas al sistema, con su primera película Roger y yo, sino también del concepto white angry men, base electoral de Donald Trump.
Sus memorias comienzan con una muestra de ese odio profundo y visceral que puede emerger contra quienes sean considerados enemigos de América (en el sentido gringo de la palabra). Las amenazas de muerte que recibió tras sus declaraciones en contra de la invasión de Irak durante la recepción del premio Oscar a mejor documental el 23 de marzo de 2003, fueron escalando, atizadas incluso por medios conservadores, hasta obligarle a vivir custodiado por exmarines y a retirarse “voluntariamente” de la escena pública por varios años. Sin alejarse del humor describe cómo vivió tras atreverse a decir lo que todos sabían y años después sería una verdad de puño: la invasión no había tenido justificación alguna más allá de los intereses económicos.
Con agilidad y una prosa desenfadada, Moore alterna comedia y momentos emotivos al retratar su familia, su adolescencia en medio de la guerra de Vietnam y las luchas por los derechos civiles. El uso de un lenguaje coloquial engancha incluso a lectores no habituales del ensayo político o a quienes no hayan visto antes sus documentales.
Sin duda, aún a más de diez años de su publicación, es una lectura recomendable para acercarse a las contradicciones de la cultura norteamericana contemporánea desde una perspectiva crítica, provista de una de las más poderosas armas de destrucción masiva: el humor.
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