Este año de presidencia de Donald Trump hemos visto un cambio abismal en el gobierno de los Estados Unidos en su relación con el resto del mundo. Una escalada de la guerra comercial con China, intervención poco diplomática en las tensiones en Medio Oriente y Rusia-Ucrania, despliegue militar en el Caribe violatorio de todo derecho internacional. Presidencia imperial han llamado algunos analistas y un vuelco en la forma de percibir el poder de nuestro vecino del norte, que ha complicado en diversos campos la “amable” vecindad de la que gozábamos desde hace décadas. 

Eric Hobsbawm fue uno de los historiadores más destacados del siglo XX, es conocido por es conocido por su trilogía sobre las tres edades: La era de la revolución: Europa, 17891848, La era del capital: 18481875 y La era del imperio: 18751914, a la que añadió La era de los extremos: 1914-1991. De pensamiento marxista, fue espiado por décadas por el MI5 inglés, que llegó en su momento a intervenirle su correo privado y las llamadas telefónicas. 

Guerra y paz en el siglo XXI, título original Globalisation, Democracy and Terrorism publicado a finales del segundo mandato de George Bush Jr. en 2007, es un brillante compendio de ensayos sobre los conflictos bélicos en los inicios del siglo XXI que le permite trazar un paralelismo con las políticas imperiales de la Gran Bretaña durante el siglo XIX hasta su declive definitivo tras la Segunda Guerra Mundial.

La claridad de su visión nos describe los Estados Unidos que han elegido a Trump para su segundo mandato y los riesgos que enfrenta el país del norte en su futuro cercano:

“La sociedad norteamericana vive una crisis que va acentuándose con el tiempo, y que se advierte en la división cultural y política más profunda que ha vivido el país desde la guerra de Secesión, así como en una división geográfica evidente entre la economía globalizada de las dos orillas y las vastas extensiones de un interior resentido, entre las grandes ciudades, culturalmente abiertas, y el resto. Hoy, un régimen derechista radical se ha propuesto movilizar a los «auténticos norteamericanos» para luchar contra una oscura fuerza extranjera y contra un mundo que no reconoce el carácter único, la superioridad y el destino evidente de Estados Unidos.”

El análisis de Hobsbawm hace eco en medio de las acciones que mencioné al principio y que buscan regresar de una forma agresiva a los Estados Unidos como un imperio global con los gravísimos riesgos e inestabilidad que esto puede conllevar para el resto del mundo. Para invitar a la lectura de este historiador, finalizo con esta cita larga de su libro, que he recortado ligeramente:

“El viejo Imperio británico no es y no puede ser un modelo para el proyecto estadounidense de supremacía mundial, excepto en un aspecto. Gran Bretaña conocía sus límites, y especialmente los limites presentes y futuros de su capacidad militar… sabía que no podía mantener para siempre el liderazgo mundial, estaba a salvo de la megalomanía que constituye la enfermedad profesional de los eventuales conquistadores del mundo. Ocupó y gobernó una parte del mundo “y una población” mayor que lo que ningún otro estado había gobernado nunca ni es probable que llegue a hacerlo, pero sabía que no gobernaba el mundo entero ni podía hacerlo y no lo intentó… ¿Aprenderá Estados Unidos esa lección? ¿O se verá tentado a mantener su predominio global, cada vez más erosionado, recurriendo a la fuerza político-militar, y al hacerlo promoverá no el orden global sino el desorden, no la paz global sino el conflicto, no el avance de la civilización sino el de la barbarie?”

En manos de un millonario megalómano, esta pregunta tiene más vigencia que entonces.

Comentarios a mi correo electrónico: panquevadas@gmail.com

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