Si hubiera que hacer un balance del primer año de gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum podrían destacarse algunas cosas. Aunque la administración ha pretendido haber consolidado su liderazgo político y avanzado en reformas estructurales, la verdad es que enfrenta un panorama económico complejo y presiones externas significativas. Además, su legado en lo político podría considerarse más bien negativo.
En cuanto a esto último, durante este primer año se aprobaron 19 reformas constitucionales y 40 nuevas leyes, entre las que destacan: la Reforma Judicial, que implicó poner en marcha un proceso inédito en el mundo: la elección popular de jueces, magistrados y ministros a nivel federal, cuya primera fase se ejecutó este año. Sabemos que la elección no sólo fue poco concurrida, sino que culminó en la instalación de la Suprema Corte de Justicia de la Nación menos preparada y capaz de la historia. El atentado mayor fue, sin embargo, contra la autonomía e independencia del poder judicial.
Otra reforma importante fue la energética que pretendió otorgar soberanía en ese ramo al gobierno mexicano. Se revirtieron aspectos de la reforma de 2013, con el supuesto fin de devolver el control estatal prioritario a la CFE y Pemex. El problema es que se crearon condiciones de desventaja competitiva para las empresas privadas en el sector y además se sentaron las bases para una mayor incertidumbre jurídica para la inversión.
En materia de seguridad, la Guardia Nacional se integró formalmente a la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), con lo que se dió un paso mayor hacia la militarización del país.
En cuanto a los programas sociales, si bien es cierto que se mantuvieron y ampliaron los apoyos económicos que ha beneficiado a millones de familias, la verdad es que no parece estar tomándose en cuenta el déficit fiscal en el que, tarde o temprano, caerá el país.
En lo que se refiere a la economía y las finanzas públicas, México cierra 2025 con una marcada desaceleración económica. El crecimiento del PIB estuvo por debajo de las metas iniciales debido a la caída en la inversión pública y privada. A su vez, el país registró su mayor déficit fiscal en décadas y la deuda pública alcanzó niveles récord al finalizar 2025.
En materia de seguridad y derechos humanos, persisten altos niveles de violencia en regiones críticas como Sinaloa, además de haberse registrado un incremento en delitos como la extorsión y el número de personas desaparecidas. A pesar de todo esto, la Comisión Nacional de Derechos Humanos ha brillado por su ausencia.
No puede terminarse el recuento sin hablar de la presión externa proveniente de Washington. La reelección de Donald Trump ha marcado la agenda del cierre de año, con amenazas de aranceles y una presión intensa para endurecer la estrategia contra el tráfico de fentanilo. Ante las exigencias de Trump, ha habido un viraje en la estrategia de seguridad y de inteligencia que ahora es más confrontativa, alejándose gradualmente de la política de “abrazos no balazos”.
En resumen, a pesar de la incertidumbre económica y las tensiones diplomáticas, Claudia Sheinbaum ha concluido su primer año con niveles altos de aprobación, lo cual puede considerarse como una paradoja, quizás explicable por el hecho de que se asocia a la presidenta con un estilo de gobierno que, aunque da continuidad a la “Cuarta Transformación”, busca diferenciarse por su perfil técnico y operativo.
De manera objetiva no se puede decir que el balance sea positivo, lo cual hace que el pronóstico para el 2026 sea de tiempo nublado.