León, Guanajuato.- El Club León atraviesa uno de los momentos más complejos de su historia reciente. Desde aquel Apertura 2013, cuando conquistó el título ante el América y encendió una era dorada, el equipo ha cambiado por completo: se fueron sus ídolos, se transformó su estructura y hoy enfrenta un futuro incierto marcado por malos resultados y la venta forzada del club por parte de Grupo Pachuca.
De la gloria al desmantelamiento
El León que maravilló al futbol mexicano con su estilo ofensivo y su bicampeonato (Apertura 2013 y Clausura 2014) ya no existe. Ninguno de los protagonistas de aquella gesta permanece en el plantel.
Figuras como Mauro Boselli, Carlos “Gullit” Peña, Luis Montes, Ignacio González, Edwin Hernández y el capitán Rafael Márquez forman parte del recuerdo de una generación que devolvió al club su grandeza tras años en el ascenso.
El estratega de ese éxito, Gustavo Matosas, también quedó lejos del Bajío. Su salida fue conflictiva, originalmente al América y varios equipos, hoy funge como director deportivo del Danubio FC de Uruguay, donde incluso ha asumido interinatos en el banquillo.
Crisis institucional y venta obligada
El presente de la Fiera está marcado por la inestabilidad directiva. La FIFA, a través de su normativa contra la multipropiedad, obligó a Grupo Pachuca a desprenderse del club antes de finales de 2026, aunque finalmente otorgó una prórroga de un año. La medida llegó tras la polémica exclusión del León del Mundial de Clubes 2025, pese a haber ganado su lugar en la cancha al coronarse en la Concachampions 2023.
La Liga MX rechazó recientemente una propuesta de venta que pretendía mantener el 40% del control en manos de la familia Martínez, exigiendo una separación total. El proceso ha generado incertidumbre entre la afición y los empleados del club, que ven cómo la estructura que sostuvo los años de éxito se desmorona.
Un rugido apagado en la cancha
En lo deportivo, el panorama no es mejor. El Apertura 2025 ha sido uno de los torneos más flojos para el León en la última década. El equipo se mantiene en la parte baja de la tabla, sin identidad ni resultados, y con una afición que pasa del orgullo al desencanto.
El contraste con aquel León campeón es abismal: de un grupo sólido, con liderazgo y hambre de triunfo, a un plantel en reconstrucción que busca reencontrar su esencia. La Fiera, que alguna vez rugió con fuerza en México y el continente, hoy enfrenta el reto más grande de su historia moderna: volver a levantarse sin perder su alma.
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