San Francisco del Rincón, Guanajuato.- A los 72 años, Cándido Contreras Gutiérrez demuestra que la vocación y el servicio no conocen de edades. Desde hace dos años forma parte del Cuerpo de Bomberos de San Francisco del Rincón, donde se desempeña como voluntario después de haber completado la 12ª Academia.
Hoy, su historia inspira no solo por su disciplina, sino por la sencillez con la que explica cómo llegó hasta aquí. En entrevista con am Express comentó que la decisión no fue planeada.
Son cosas de la vida… las marionetas que nos llevan para acá y para allá”, comentó.
Su hija Sandy, pese a haber estudiado Comercio Internacional, se involucró en temas de Protección Civil y bomberos hasta obtener su licenciatura en ese campo. Para impartir capacitaciones en Guanajuato, le exigieron un certificado de bombero.
“Papi, voy a meter a los bomberos”, le dijo ella. Y él decidió acompañarla. Aunque pensaba que su edad sería un obstáculo, el subcomandante del cuerpo de Bomberos de San Francisco, Alejandro Cortés, lo recibió sin objeciones.
Después de concluir la formación, asumió el compromiso de retribuir a la corporación:
Hay que devolver a bomberos algo de lo mucho que nos dio”, afirmó, resaltando que sus instructores “no cobran un centavo… nos dan todo el conocimiento”.

Ya como voluntario activo, ha enfrentado incendios complejos. Entre ellos, la quema de una fábrica de sombreros y un incendio en una vivienda en la colonia Cuauhtémoc.
Son experiencias únicas… la teoría es una cosa, pero ya cuando está usted en la práctica es otra muy distinta”, señaló.
El siniestro en la colonia Cuauhtémoc lo marcó especialmente:
Era una familia que vendía ropa… y en el fondo tenía ropa almacenada. Y se quemó todo”.
Aquel día había atendido dos incendios de pastizal antes de llegar a la vivienda.
“Yo ya había… ya cansado”, dijo, recordando aquel día. Aun así, siguió trabajando hasta que su superior le indicó que subiera a la unidad a descansar. “Llegó una señora… pensé que me llevaba una Coca-Cola… ay, qué bonito”, comentó con una mezcla de sorpresa y agradecimiento.
Aunque reconoce que no le gusta acudir a emergencias porque “alguien sufre… chico o grande… alguien sufre”, aseguró que entiende el deber del servicio.
Una vida entera de esfuerzos
La historia de Don Cándido refleja una vida entera de esfuerzo. Comenzó a trabajar desde muy joven y, junto con su esposa, decidió que sus cinco hijos tendrían una educación completa. “A los cinco les pudimos pagar desde el kinder hasta la universidad”, dijo con orgullo.
Tras pensionarse, pues trabajó dos décadas como taxista, admitió: “Nunca me gustó” y vendió su taxi, hasta que la vida lo llevó a los bomberos.
Sobre su permanencia en la corporación es claro: “Hasta que Dios me deje… porque yo pienso que, el día que diga ya no puedo, ese día me muero”.

Don Cándido invita a otras personas mayores a mantenerse activas.
¿Cómo no? Es muy agradable, muy bonito… aunque sí es triste ver que una familia se quede sin nada. Pero vale la pena. A los 72 años todavía soy útil en algo… devolverle a la vida algo de lo mucho que me dio”, comentó.
Para él, la enseñanza es simple: “La vida me puso en el camino… por algo es”. Y dejó un mensaje directo a quienes creen que la edad es un límite:
No nos quedemos a envejecer en casa. La edad no es pretexto para no hacer nada. Algo podemos hacer a cualquier edad. Yo no sé hasta cuándo pueda hacerlo, pero mientras pueda… voy a venir”, finalizó.
SS