Irapuato, Guanajuato.- En el barrio de San Cayetano de Irapuato, hay un lugar que huele a fruta fresca, trabajo honesto y tradición: el Danubio Azul, una juguería que desde 1982 forma parte de la vida diaria de vecinos, estudiantes, trabajadores y hasta de quienes regresan al barrio solo para revivir un recuerdo.
Su fundador, Juan Chacón Aguilar, cuenta con una sonrisa que el negocio no siempre fue el éxito que hoy todos conocen, pero que la constancia, como le enseñaron en su infancia campirana, “hace milagros”.
Cuando abrió sus puertas hace 43 años, vender jugos no era tan común como ahora. En aquel entonces, en los alrededores apenas se encontraba jugo de zanahoria o de naranja, y poco más. “Parecía que el negocio no pegaba; no alcanzaba ni para almorzar”, recuerda Don Juan.

Aun así, persistió. Con imaginación y creatividad comenzó a experimentar con sabores, colores y combinaciones nuevas: jugo de betabel, de manzana, de verduras, los clásicos chocomiles y lo que fuera que pudiera sacar de cualquier fruta o vegetal fresco y en esa búsqueda constante por ofrecer algo distinto fue abriendo camino entre la gente del barrio.
“Es la gente la que da vida al negocio”
Pero no solo los sabores hicieron crecer al Danubio Azul; también lo hizo el trato. Don Juan siempre ha tenido claro que a cada persona que llega hay que recibirla con gusto, porque es la gente la que da vida al negocio.
Esa filosofía, sumada a precios accesibles y al gusto de preparar todo frente al cliente, convirtió a la juguería en un punto de encuentro cotidiano. “A la gente le gusta ver cómo se prepara su jugo, saber lo que consume”, comenta.
El Danubio Azul también es una historia familiar. Mientras Don Juan levantaba el negocio, sus hijos crecieron entre vasos, frutas y el sonido del extractor.
Con el tiempo, el negocio se volvió el sostén del hogar: gracias a él pudo darles estudios y verlos convertirse en profesionistas. Hoy, uno de ellos —también profesionista— es quien lleva la batuta, mientras Don Juan se declara “casi jubilado”, aunque sigue visitando el local que construyó con esfuerzo y fe.

“Son muy buenos y muy enriquecidos”
Los jugos más pedidos siguen siendo los clásicos de zanahoria y naranja, pero los favoritos de muchos son los jugos verdes y de verduras, preparados con zanahoria, betabel, apio, perejil, manzana y un toque de jengibre. “Son muy buenos y muy enriquecidos”, dice el fundador, orgulloso de ver cómo el gusto de la gente se mantiene vivo después de décadas.
A pesar del tiempo y los cambios en la ciudad, el Danubio Azul se conserva como un negocio cercano, auténtico y lleno de historias. Para Don Juan, la clave siempre ha sido la misma: persistencia, fe y el deseo de atender bien a quien llega al mostrador. “Hay Danubio para rato”, afirma con la seguridad de quien sabe que la tradición ya está en manos de la siguiente generación y que es un pedacito del alma del barrio de San Cayetano.
SS