Pertenecer a un partido político significa asumir una identidad colectiva y compartir una manera de ser. Implica aceptar una visión de la política, una plataforma de ideas y una disciplina interna que ordena la acción pública. Y, en ocasiones, subordinar las ambiciones personales a las estrategias del partido. 

En Guanajuato, la relación entre la Alcaldesa de León, y el PAN ha sido incómoda, y ven el futuro político a través de prismas diferentes. Lo que durante meses fue solo un murmullo se convirtió en un conflicto visible: Ale endurece su postura con amenaza de abandonar su militancia y pone sus condiciones. 

Lo que antes parecía tensión soterrada hoy es un desencuentro manifiesto. El peligro es que cuando se estira la liga y se echa mano del último recurso, “la amenaza,” el diálogo y las coincidencias se difuminan. Así, la relación se deteriora, el rostro se descompone, nunca vuelve a ser lo mismo y es imposible seguir adelante con actitud impostada ante una relación ambivalente. 

El origen del distanciamiento es claro. En 2023, Ale levantó la mano para contender por la gubernatura y exigió “reglas claras” en un proceso interno donde compartía escenario con Libia Dennise García y Alejandra Reynoso. Mientras Libia aparecía como la favorita del oráculo, Ale cultivaba apoyos empresariales en León. El desenlace dejó cicatrices: finalmente, la candidatura quedó en manos de Libia Dennise que ganó la gubernatura; Alejandra aceptó León, no como un anhelo, sino como un medio para mantener sus expectativas hacia el futuro.

Con el paso del tiempo, se consolidó la imagen de una alcaldesa cada vez más distante e incómoda para los centros del poder político. Su aceptación en León es innegable, tiene virtudes y carisma, pero esto no se ha traducido en mayor influencia dentro de su partido. La gubernatura, como su leitmotiv, y la disputa anticipada por impulsar a Allan León como su sucesor han debilitado su margen de maniobra; también, la ha aislado del círculo rojo panista, perdió interlocución. 

Hoy, el distanciamiento con su partido es manifiesto. Hace unos días, en Ciudad de México, tras una reunión con la dirigencia nacional, Ale lanzó un ultimátum de “cambio de rumbo a su partido”. Aunque, sabe muy bien que su exigencia es como las llamadas para ir a misa: se escuchan pero solo el que quiere les hace caso; pero, en realidad, ella quería saber qué terreno está pisando y si sus amigos, del Comité Ejecutivo Nacional, le garantizarán una curul para mantenerse viva políticamente rumbo a la gubernatura en el 2030; aunque, ya olvidó las promesas incumplidas de su amigo Marko; y algo importante que no se podría obviar es que el feudo del PAN de Guanajuato tiene otro centro de poder.

“¡Soy panista hoy…!” La expresión muestra la penumbra emocional y efímera de la temporalidad del “hoy”, ante el umbral de una decisión sin regreso. La inmediatez es amenazante y abre formalmente la puerta de su salida. También, advirtió que seguirá siendo incómoda, dentro o fuera del PAN.

Todo esto evidencia una reconfiguración del poder azul de Guanajuato en torno a la gobernadora Libia Dennise. Ale gobierna el bastión económico del estado y pretendía ser factótum de su partido en León, a través de Jorge Carlos Obregón, para impulsar a su candidato Alan León a sucederla en la Presidencia municipal…Pero “El Príncipe de Maquiavelo” nunca lo permitiría.

Su frase parece contener la clave: “Soy panista hoy”. En ese “hoy” se condensa un pasado de heridas que Ale no logra sanar a causa de la gubernatura añorada, la sensación de aislamiento y la disputa por el futuro político de León. Pero también un futuro que, a juzgar por el tono de sus mensajes, está fuera del blanquiazul.

Aunque, el entusiasmo es una característica de sus decisiones, ¿por qué Ale convertiría la gubernatura en el desiderátum de su vida? El tiempo sabio nos dice que los desencuentros entre diferentes órdenes de gobierno dañan más al ciudadano que a las partes en conflicto. El poder es muy adictivo, puede convertir la conciencia deseante en prisionera de sí misma. Lo que comienza como un anhelo legítimo termina convirtiéndose en el monstruo destructor y voraz. 

Decía Buda : El deseo, cuando no es satisfecho, se convierte en sufrimiento.

alejandropohls@prodigy.net.mx

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