“Una anciana subió a un autobús y tomó asiento. En la siguiente parada, una mujer fuerte y gruñona subió y se sentó bruscamente junto a ella, golpeándola con sus bolsas. Al ver que la viejita guardaba silencio, una joven le preguntó por qué no se quejó. La anciana respondió sonriendo: no es necesario discutir pues […]
Etiqueta:JORGE A. MELÉNDEZ
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